Con la muerte de Ahmed Mestiri el día 23 a los 95 años, desaparece tal vez el último de los representantes de la generación de jóvenes políticos que colaboraron con Habib Burguiba en la construcción del Túnez independiente. Distanciado del partido único, fue el primero en fundar un partido de oposición bajo el burguibismo a mediados de los años setenta.
Participó activamente entre 1952 y 1954 en la clandestinidad en una fase decisiva de la lucha de liberación nacional, que forzaría a Pierre Mendès-France a conceder a Túnez la autonomía interna. Mestiri, como jefe de Gabinete del ministro desturiano Mongi Slim, será testigo de las negociaciones con el Gobierno francés para la independencia. Tras esta, ocupará la cartera de Justicia, procediendo a la tunificación de la justicia: uniformización del aparato judicial, supresión de tribunales religiosos y promulgación del Código del Estatuto Personal, con el objetivo de “responder mejor a las exigencias de la modernidad, sin infringir expresamente el texto coránico”.
Gracias a la capacidad persuasiva de Burguiba y al despliegue explicativo del Gobierno, las reformas fueron interiorizándose en la mentalidad tunecina, hasta llegar a convertirse, según cuenta, en “algo adquirido que hay que preservar como propio”. Hoy, más de 60 años después, sigue siendo una de las señas de identidad tunecina.
Entre 1960 y 1966, fue embajador en Moscú, El Cairo y Argel, justo en los años del cambio de régimen de Ahmed Ben Bella a Huari Bumedian.

Vuelto a la política activa, ocupó el Ministerio de Defensa en junio de 1966. Su logro, a su juicio, fue “integrarlo lo más posible en la comunidad nacional, en simbiosis con las otras instituciones del Estado y sectores de la sociedad”, manteniéndolo fuera del campo político.
Pero, en 1971, llegó a la conclusión de que “era imposible aplicar la democracia en la lógica del partido único”. En ruptura con el Partido Socialista Desturiano, permaneció integrado entre 1973 y 1978 en el grupo de “disidentes o rebeldes” que habían tomado sus distancias con el partido y decidido entrar en la “vía de la oposición”.
La caída de Burguiba en 1987 fue, para Mestiri, “necesaria, saludable y conforme a la Constitución”. Pero con la llegada de Zine el Abidine Ben Alí se irá produciendo su progresiva retirada de la vida política.
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