Álvaro Bautista Arce, campeón del mundo de Superbike. “Empecé hace más de 20 años y jamás pensé que podría aguantar tanto. La vida me ha traído hasta aquí y lo estoy disfrutando”, confiesa el campeón.
El toledano es el segundo español que triunfa en este campeonato tras Carlos Checa (2011) y supera en el proceso un registro de Ángel Nieto, que logró sus 12+1 títulos mundiales en un período de 15 años. Además, se une a John Kocinski y Max Biaggi como el tercer piloto capaz de proclamarse campeón tanto en el Mundial de Motociclismo como en el de Superbike. A lomos de una Ducati Panigale V4 R, que como la de Pecco Bagnaia en MotoGP también lleva la firma de Gigi Dall’Igna, ha devuelto a la gloria a la marca italiana. Si la sequía para la fábrica en la categoría reina del motociclismo era de 13 años, en el WorldSBK era también notable: 11 temporadas.
“A nivel físico y mental me siento en plenitud”, explica desde el garaje. Ha ganado 14 pruebas y se ha subido 28 veces al podio en 33 carreras en su cuarta temporada en un certamen que utiliza motos de calle en vez de prototipos. “Cuando me dijeron de venir aquí no lo tenía claro. Lo veía como un campeonato de segunda, y es la concepción que siempre ha habido en España. Me sentía bien, quería seguir compitiendo y disfrutando y dije ‘va, si no me queda otra…’. Me alegro de la decisión, porque he descubierto un campeonato más cercano y humano”, comenta.
Bautista, campeón de 125cc en 2006 y subcampeón de 250cc en 2008 bajo el cobijo de Jorge Martínez Aspar, vio truncados sus sueños en MotoGP en 2018. Ocho años en la máxima categoría, cuatro cambios de fábrica, tres podios y ninguna victoria, un mal arranque de curso le hizo llegar tarde a la firma de contratos y se quedó sin hueco en la parrilla. Aunque volvió a acercarse a las posiciones delanteras a finales de temporada –llegó a ser cuarto cuando sustituyó a Jorge Lorenzo por lesión con la Ducati oficial–, ya no había espacio: “Tengo una espina clavada. Estuve en el sitio equivocado en el momento equivocado, pero eso ya es pasado”. Con 33 años, se vio sin trabajo y alejado de su pasión, y por ello decidió optar por la opción menos mala.
“Venir aquí me ha dado una segunda vida. A mí me gusta viajar, moverme mucho. Estar con el equipo, trabajar, explicar mis sensaciones e intentar hacerlo lo mejor posible. No te puedes fiar tan solo de los resultados, debes disfrutar del camino”, afirma el veterano campeón.
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