La presencia de amianto en nuestras viviendas es un peligro que, en muchas ocasiones, desconocemos. Puede encontrarse en techos, paredes, tuberías y otros elementos utilizados en la construcción de nuestras casas. A pesar de que su uso empezó a reducirse a finales del siglo pasado, todavía hay edificios que lo contienen. Y esta vieja tecnología es más peligrosa de lo que pensamos.
El amianto, también conocido como asbesto, es un elemento mineral que se utilizó mucho en la construcción por su resistencia al fuego, al calor, a los ácidos, al agua y al desgaste. Pero la inhalación de sus fibras puede provocar graves enfermedades respiratorias, entre ellas el cáncer de pulmón. Este riesgo se magnifica en el caso de los trabajadores que manipulan estos materiales en su día a día, como los obreros de la construcción.
Lo preocupante es que el amianto también puede estar en casas que han sido construidas antes de su prohibición. Y si bien no es peligroso en su estado sólido, su deterioro con el paso del tiempo -por ejemplo, en los techos con goteras- puede liberar esas partículas en el aire. Por tanto, cada vez que removemos algún material que contiene esta sustancia, como al hacer una reparación o una reforma, corremos el riesgo de inhalar sus fibras y dañar nuestros pulmones.
Es importante estar atentos y, ante la duda, buscar a un profesional que nos ayude a identificar la presencia de amianto en nuestra vivienda. En muchas ciudades, existen empresas especializadas que pueden realizar esta tarea y, en caso de encontrar esta sustancia, ayudarnos a eliminarla.
Cuidar de nuestra salud respiratoria es un derecho y una responsabilidad que no podemos obviar. Es vital tener en cuenta la presencia de amianto en nuestras casas y tomar las medidas necesarias para protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias. Informarnos y estar alerta es el primer paso.
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