La película Amira, sobre una adolescente nacida de uno de esos padres encarcelados en la Segunda Intifada (2000-2005), fue aplaudida en la Mostra de Venecia y celebrada en festivales de cine árabes antes de que Jordania la presentara como aspirante al Oscar a mejor película internacional en 2022.
Mohamed Diab
Todo iba sobre ruedas para la tercera obra del director egipcio Mohamed Diab. Uno de los realizadores árabes con mayor proyección internacional, hasta que se anunció su estreno en Palestina. En la trama de ficción, el mundo de certezas sobre la inmaculada concepción de la joven Amira se desmorona. Cuando se descubre que su progenitor, Nawar, quien pretende tener otro hijo con su esposa por el mismo método clandestino, es un hombre estéril. Y que su verdadero padre biológico es el guardián de prisiones israelí que sobornado para sacar al exterior el semen del recluso.
Tras defender la “indiscutible calidad de la película”, la Real Comisión del Filme de Jordania retiró el viernes su candidatura a los Oscar y se apresuró a pedir disculpas. Sus anteriores intentos de hacer pedagogía sobre la diferencia entre una película de ficción y un documental sobre hechos reales fueron infructuosos. Las protestas de las familias de los presos y asociaciones de defensa de los prisioneros llamando a boicotear el largometraje se extendieron desde Cisjordania hasta la franja de Gaza, y desde Jerusalén hasta Amán. Más de la mitad de la población de Jordania es de origen palestino.
El drama humano de Amira
Toca el nervio más sensible de una sociedad. Con más de 4.500 presos en cárceles israelíes a los que se restringe el contacto con sus familias. “Los prisioneros de seguridad [detenidos por acciones nacionalistas] no tienen permitido mantener encuentros íntimos con sus cónyuges, y tampoco pueden gozar de permisos en sus casas”, precisa la abogada palestina Sahar Francis. La también directora de la ONG Addameer, especializada en la asistencia legal a los presos, recuerda que ese no es el caso de israelíes como el extremista judío Yigal Amir, quien cumple condena a perpetuidad por el asesinato del primer ministro Isaac Rabin en 1995 y que tuvo un hijo en 2007 fruto de las visitas vis à vis de su esposa en prisión.
Nacidos de padres que cumplen largas condenas en centros penitenciarios de Israel, estos niños palestinos son bautizados como “embajadores de la libertad” en el discurso vindicativo contra la ocupación de las organizaciones palestinas. Mohamed Diab, de 43 años, declaró en septiembre en Venecia que al dirigir Amira había intentado “reflejar fielmente la compleja realidad de estos presos”. “La película revela la perseverancia del carácter palestino, que continúa encontrando formas de sobrevivir”, puntualizó un comunicado de los productores de Amira citado por Variety.
Qadri Abu Baker
Director del Servicio de Atención a los Presos de la Autoridad Palestina, ha reclamado a Jordania que suspenda la distribución de Amira, que considera “un insulto a la dignidad de los internos”. El ministro de Cultura, Atef Abu Said, sostiene que el filme “perjudica a la causa popular y su narrativa de lucha, además de ofender al heroísmo de los presos”. Desde las asociaciones de apoyo a los prisioneros se ha exigido que todos quienes participaron en la controvertida producción cinematográfica se disculpen públicamente. El jefe del Departamento de Detenidos del movimiento islamista Hamás, Zaher Yabarin, acusó en Gaza al filme de “estar al servicio del enemigo sionista para quebrar la voluntad de los prisioneros”.
Puedes seguir a Columna Digital en Facebook y Twitter, o visitar nuestra pagina oficial.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.

![[post_tittle]](https://columnadigital.com/wp-content/uploads/2025/10/Predicciones-astrales-23-de-octubre-120x86.jpg)
![[post_tittle]](https://columnadigital.com/wp-content/uploads/2025/10/Pantalon-palazzo-de-Zara-elegancia-otonal-constante-120x86.jpg)











