Desde hace años viene creciendo el interés en desarrollar nuevos métodos anticonceptivos para hombres, que permitan un mayor equilibrio en las responsabilidades reproductivas y disminuyan la necesidad de recurrir a tratamientos hormonales que generalmente tienen amplios efectos secundarios y que se enfocan principalmente en las mujeres.
Derivado de esto, Rebecca White, una estudiante de la Maestría en Diseño Industrial de la Universidad Tecnológica de Munich, desarrolló COSO, un dispositivo que mediante ultrasonido inhibe la producción de espermatozoides y modifica la movilidad de los ya existentes.
COSO funciona mediante una tina portátil, en la que el usuario coloca agua –la cantidad debe ser determinada por un médico dependiendo del tamaño de los testículos– para que ésta transmita las ondas sonoras hacia los tejidos profundos de los testículos.
Según se explica en el sitio web del proyecto, el calor generado por el ultrasonido evita que se sigan produciendo espermatozoides y modifica la capacidad de movimiento de los ya existentes, por lo que el óvulo no podría ser fecundado tras una relación sexual.
El funcionamiento del dispositivo está basado en un estudio realizado en 2012 por la Fundación Parsemus sobre la aplicación del ultrasonido como método de control reproductivo. Parsemus es la organización detrás de otro de los proyectos anticonceptivos para hombres más notorios, la inyección Vasalgel.
Aunque para asegurar que el procedimiento se realice de la manera adecuada la primer sesión debe ser en compañía de un médico, pero las demás se pueden realizar en casa. Esto gracias a que la tina de ultrasonido tiene un tamaño práctico.
Igualmente, el proyecto de White incluye una aplicación móvil que recuerda al usuario las fechas en las que se debe realizar el procedimiento, y esta puede ser compartida con la pareja, con el fin de evitar que las responsabilidades reproductivas recaigan sobre una sola parte.
Los efectos comienzan tras 2 semanas de la primer sesión de ultrasonido y en caso de que se quiera terminar con el control reproductivo éste tarda en desaparecer no más de 6 meses tras la última aplicación.
Rebecca White comentó para el Premio James Dyson, donde el proyecto finalizó en el Top 20 Internacional, que la idea de COSO surgió después de que le fuera detectado cáncer cérvicouterino debido al uso de pastillas anticonceptivas. “Después de eso, los métodos hormonales no eran una opción”, apuntó.
Asimismo, señaló que cuando ella y su pareja buscaron opciones diferentes, se encontraron con una enorme falta de alternativas masculinas para el control reproductivo.
White consideró que, a diferencia de otros proyectos de anticonceptivos masculinos, COSO tiene la ventaja de no requerir un proceso médico, ya que la única intervención del especialista será para determinar el nivel del agua que necesita cada usuario para realizar el ultrasonido. Una vez establecido este parámetro, la persona podrá realizar las sesiones desde su casa.
Sin embargo, White recordó que hasta el momento su proyecto sigue siendo teórico, ya que la puesta en marcha de estudios sobre la efectividad del procedimiento requieren de inversión, por lo que ya está recibiendo apoyo de fundaciones como BetterBirthControl en Alemania.