En enero de 1926, el físico austríaco Erwin Schrödinger publicó un artículo en la revista Annalen der Physik, titulado “Quantisierung als Eigenwertproblem” (“La cuantización como problema de autovalores”). Aunque la frase puede parecer técnica, representó una revolución en la física: el nacimiento formal de la mecánica ondulatoria. Esta rama de la física cuántica no describe el mundo a través de partículas que saltan entre órbitas, sino mediante ondas que vibran en el espacio.
En su trabajo, Schrödinger propuso una formulación general que permitía obtener los niveles de energía del átomo sin imponer números enteros arbitrariamente. Esto representó una transformación conceptual profunda, desafiando las nociones previas y abriendo nuevas vías de entendimiento en la ciencia, incluso en ámbitos filosóficos.
Hasta ese momento, físicos como Niels Bohr y Arnold Sommerfeld habían explicado el comportamiento atómico postulando que ciertas magnitudes, como la energía o el momento angular, solo podían tomar valores discretos. Estos valores surgían de condiciones como “el momento angular debe ser un múltiplo de la constante de Planck”. Sin embargo, la razón detrás de estas imposiciones no era clara. A pesar de su efectividad, estas condiciones parecían más un truco que una descripción natural de la realidad. Schrödinger, en su búsqueda de una ley más fundamental, anhelaba una expresión matemática que describiera la naturaleza sin depender de imposiciones externas.
Un punto crucial en esta evolución fue la idea de Louis de Broglie, que, en 1924, sugirió que las partículas, como los electrones, podrían tener una naturaleza ondulatoria. Si esta afirmación era cierta, entonces los electrones no orbitaban el núcleo como planetas, sino que vibraban a su alrededor como ondas. Esta perspectiva llevó a la conclusión de que la cuantización de la energía no era un misterio, sino una consecuencia natural de la estabilidad de ciertas ondas en sistemas dados.
El foco de Schrödinger se centró en reemplazar las antiguas reglas cuánticas por un enfoque basado en ecuaciones diferenciales. Su artículo onserva la esencia de un hito en la física: el primer enunciado de la idea que daría lugar a la ecuación de Schrödinger moderna. En ella, se propone que la energía se puede determinar no a través de condiciones fijas, sino resolviendo una ecuación matemática que produce directamente los valores permitidos.
Unos párrafos más adelante, cuando aplicó su principio al átomo de hidrógeno, Schrödinger formuló su ecuación en una forma concreta. Esta fue la primera representación de lo que hoy conocemos como la ecuación de Schrödinger. Aunque no se parecía a la versión moderna que hoy reconocemos, ella encierra la base de su razonamiento: una ecuación dada por derivadas parciales que relaciona la energía con un potencial eléctrico y una función desconocida.
A medida que exploraba estas ideas, Schrödinger contempló la función de onda como una representación matemática de un fenómeno, que podría estar relacionado con “procesos de oscilación en el átomo”. Fue Max Born quien realizó una interpretación más radical, sugiriendo que el cuadrado de la función de onda representaba la probabilidad de encontrar un electrón en un lugar determinado. Esta interpretación, aunque originalmente no fue compartida por Schrödinger, se convirtió finalmente en la norma dentro del marco de la mecánica cuántica.
Hoy, la ecuación de Schrödinger ha tenido diversas adaptaciones, formando un pilar esencial de la física moderna. Existen versiones que describen cómo cambia con el tiempo el estado de un sistema cuántico, así como formulaciones más simplificadas que se utilizan en problemas específicos, como el caso del átomo de hidrógeno.
De hecho, una de las versiones más modernas de esta ecuación puede expresarse en la notación bra-ket, introducida por Paul Dirac en los años treinta. Esta facilita describir los estados cuánticos de manera abstracta y aplica a una amplia variedad de sistemas.
El enfoque original de Schrödinger, basado en un principio variacional, propone que de todas las funciones matemáticas que podrían describir un sistema, la naturaleza “elige” aquella que minimiza una cantidad relacionada con la energía. Este camino innovador, derivando las leyes físicas de un principio general, ha sido crucial para el desarrollo de la teoría cuántica moderna.
La creación de la ecuación de Schrödinger no solo marcó un hito en el campo de la física, sino que también continúa influyendo en nuestra comprensión del mundo subatómico hasta el día de hoy.
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