En un contexto de creciente reconocimiento de la importancia del trabajo doméstico, el sector de las trabajadoras del hogar ha experimentado un notable aumento en su ocupación, evidenciado por un crecimiento del 7.5% hasta diciembre del año pasado. Este resurgimiento ha captado la atención tanto de economistas como de organismos internacionales, quienes consideran esta tendencia como un indicativo de cambios positivos en la percepción del empleo en este sector.
Las trabajadoras del hogar, que ofrecen sus servicios en un ambiente tradicionalmente informal, están comenzando a ser vistas como un componente esencial de la economía. Este crecimiento en la ocupación no solo representa una mejora en las condiciones laborales de estas mujeres, sino que también refleja un cambio cultural que poco a poco desafía las viejas normas y estigmas asociados con el trabajo doméstico.
El informe destaca que, a pesar de los avances, aún persisten desafíos significativos en términos de derechos laborales y protección social. Muchas trabajadoras siguen enfrentándose a la falta de contratos formales, acceso limitado a prestaciones y a un marco regulatorio que respalde sus derechos. La necesidad de formalizar este trabajo se vuelve crítica, no solo para proporcionar estabilidad a las trabajadoras, sino también para afianzar la legalidad y el reconocimiento de sus labores ante la sociedad.
Además, este crecimiento también puede atribuirse a la necesidad de las familias modernas que, en medio de un entorno económico volátil, requieren de apoyo en el hogar para mantener un equilibrio entre la vida laboral y personal. La pandemia de COVID-19 subrayó aún más la importancia de una buena gestión del hogar, lo que llevó a muchas familias a buscar la ayuda de trabajadoras del hogar.
Así, en un panorama donde el trabajo doméstico es fundamental para el funcionamiento de muchas casas, la expectativa es que las políticas públicas se adapten a estas nuevas dinámicas. La promoción de derechos laborales, capacitación y acceso a la seguridad social son imperativos no solo para mejorar la calidad de vida de estas trabajadoras, sino también para propiciar un entorno más justo y equitativo en el ámbito laboral.
En suma, el aumento en la ocupación de trabajadoras del hogar abre la puerta a diálogos más profundos sobre su valor económico y social. La búsqueda por una mayor formalización y respeto de derechos en este sector es un paso crucial hacia la construcción de un sistema laboral más inclusivo que valore el trabajo en todas sus formas. La visibilidad que ha ganado este sector en el último año podría ser un paso decisivo hacia el reconocimiento de su indispensable contribución a la sociedad.
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