Las Bolsas europeas pagaron la incertidumbre al otro lado del Atlántico con una caída del 2,12% en el Eurostoxx50, que agrupa a las 50 mayores empresas europeas del continente. El Ibex 35 todavía cerró con fuertes caídas, del 1,72%, similares a las de las plazas de Fráncfort y París. Mientras, los parqués estadounidenses, tras un comienzo claramente a la disminución, lograron atemorizar parcialmente los fantasmas y remontar algo el vuelo conforme avanzaba la jornada: el Dow Jones recula el 1,4%, y el Nasdaq tecnológico se mantiene prácticamente plano mediada la sesión tras sufrir pérdidas cercanas al 2% en la apertura, que se sumaban al 2,5% que se dejó ayer. Una desbandada que propició réplicas en Tokio, donde el Nikkei cayó un 3%.
El cóctel de elementos que hacen sospechar de un arreón de la inflación es variado. Hay un fuerte aumento del precio de las materias primas, con el cobre y el hierro en máximos históricos, y el petróleo por encima de sus niveles prepandemia. El auge de la demanda global ha provocado un cuello de botella en la producción de dispositivos electrónicos que ha provocado escasez, y al reducirse la oferta, los precios pueden subir más fácilmente. El ahorro embalsado durante la pandemia dota de capacidad de compra a aquellos que han seguido percibiendo sus salarios pero no han tenido oportunidad de gastar tanto como antiguamente. Y los cuantiosos estímulos lanzados por el Gobierno de EE UU en forma de cheques para millones de sus ciudadanos, el último, de 1.400 dólares, entregado recientemente, inyecta nueva energía al consumo.
En ese contexto, el consenso del mercado dice que mañana la inflación interanual de EE UU saltará del 2,6% de marzo al 3,6% en abril. La ascenso enfrenta a dos formas de pensar: los que la consideran una molestia temporal, como el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell. Y aquellos que creen que se prolongará en el tiempo y forzará a la Fed a acelerar la subida de tipos de interés.
Aunque el escenario de presión inflacionista persistente está lejos de ser una certeza, las dudas han animado la recogida de beneficios, haciendo bueno el dicho bursátil Sell in May and go away (vende en mayo y vete) en unos índices que parecen deber dejado atrás la inquietud por la pandemia. Wall Street ronda máximos históricos, lo mismo que sucede con el Dax 30 en Fráncfort.
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