Los investigadores de Caravaggio (Milán, 1571-Porto Ércole, 1610), un pintor cuya vida y obra están llenas de misterios, sostienen teorías enfrentadas y discusiones abiertas, mucho más cuando surge un cuadro nuevo. Sin embargo, se acaba de producir un insólito acuerdo: los historiadores del arte consideran que el eccehomo que iba a ser subastado en abril en Madrid es una obra original del maestro del Barroco (aunque los estudiosos esperan a la evaluación técnica antes de pronunciarse definitivamente). Ahora el problema reside en trazar su historia y en establecer su compleja relación con el eccehomo más famoso de este pintor, que se conserva en el Palacio Bianco de Génova y sobre cuya autoría sigue abierto un encendido debate.
Se trata de dos pinturas diferentes, pero con numerosas conexiones que van más allá de las representaciones tradicionales del eccehomo, el momento de la pasión cuando se presenta a Jesús torturado ante el pueblo: en las dos aparecen los mismos personajes —Pilatos, Cristo con la corona de espinas y un sayón que le pone un manto— con una composición muy original. Ambas reflejan la complejidad que rodea la atribución, investigación y documentación de muchos cuadros del artista. “La pintura de Génova está cuestionada por un grupo de expertos de los que me fío”, señala el francés Éric Turquin, responsable de la firma de antigüedades Cabinet Turquin y uno de los expertos que determinó que un cuadro aparecido en Toulouse en 2016 era Judit y Holofernes, de Caravaggio. “La aparición del cuadro en Madrid responde a esos interrogantes”. Para argumentar sus dudas recurre a la figura de Pilatos y a la falta de humanidad que percibe en la obra genovesa frente a la española.
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