Cien años de arte: geishas en Tokio

En un elegante salón ubicado en un discreto edificio de Tokio, las últimas geishas de la capital japonesa ejecutan con precisión pasos milimetrados al ritmo de melodías tradicionales. Este arte ancestral, que a menudo se percibe como una reliquia del pasado, está en peligro de desaparecer, según declaraciones del escritor y especialista Hisafumi Iwashita. En la actualidad, las geishas del barrio de Shinbashi, precisamente donde se encuentra el Palacio Imperial, llevan a cabo ensayos para el Azuma Odori, un espectáculo de danza que cumple su centenario.

Desde el inicio de esta conmemoración, geishas de 19 regiones de Japón han compartido escenario por primera vez con sus colegas de Shinbashi, cuya cantidad se ha reducido a unas cuarenta. Este evento único ofrece una vista de las distintas tradiciones y estilos que cada región presenta, exhibiéndose en dos representaciones diarias de más de una hora y media en el teatro Shinbashi Enbujo, inaugurado en 1925.

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Históricamente, las geishas han sido malinterpretadas y muchas veces se las asocia erróneamente con las cortesanas. La palabra ‘geisha’ significa literalmente ‘persona del arte’, englobando tanto a hombres como a mujeres que han sido formados en las artes tradicionales japonesas. Su papel va más allá de simplemente bailar y cantar; se dedican a acoger y entretener a los clientes en los ryotei, los tradicionales restaurantes japoneses, como señala Koiku, una geisha veterana de Shinbashi.

El Azuma Odori es el resultado de un renacer cultural tras la Segunda Guerra Mundial. Mucho antes, durante la guerra, el teatro donde se realizaba fue destruido, y posteriormente fue reconstruido en 1948. Sin embargo, el espectáculo comenzó a perder popularidad en las décadas de 1950 y 1960 debido a la preferencia por formas de entretenimiento más simples.

El escenario actual es preocupante; el arte de las geishas enfrenta una inminente desaparición. Koiku comparte su inquietud al mencionar que el número de geishas ha disminuido drásticamente, de 100 a 60 y, сейчас, sigue en descenso. Este declive se atribuye, en parte, a la falta de clientela adinerada que solía sostener estas prácticas culturales. Un cambio significativo tuvo lugar en 1993, cuando el entonces primer ministro, Morihiro Hosokawa, instó a finalizar con las cenas oficiales en los ryoteis, marcando un golpe duro para esta industria.

A medida que las costumbres sociales evolucionan, también lo hacen las formas de entretenimiento, afectando el futuro de las geishas. La existencia actual del teatro que alberga el Azuma Odori se considera casi milagrosa, un refugio para un arte que aún resuena con la elegancia y historia de la cultura japonesa. Esta celebración no solo es un homenaje a las geishas, sino también una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de preservar tradiciones que han definido la identidad cultural de Japón.

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