La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2024 marca un hito significativo en la historia de México, al revelar que el país ha superado los 100 millones de usuarios de Internet, con una cobertura del 83.1% en la población mayor de 6 años. Sin embargo, este avance es solo una parte de una realidad más compleja: persisten brechas digitales que dividen a la sociedad mexicana entre quienes disfrutan de una conectividad óptima y quienes quedan relegados en la periferia.
El teléfono inteligente se erige como el dispositivo más democrático en el acceso a la red, con un 97.2% de los usuarios conectándose a través de estos aparatos. A pesar de esto, esta dependencia casi exclusiva del smartphone pone de relieve la precariedad del acceso a otras tecnologías, como computadoras (35.9%) y tabletas (8.1%). Aunque el smartphone ha facilitado la conectividad, es crucial implementar políticas que fortalezcan la infraestructura digital y fomenten la digitalización de pequeñas y medianas empresas (pymes) junto con la capacitación en habilidades digitales.
Un aspecto preocupante es el alto costo de la conectividad: el gasto promedio en telefonía celular asciende a 161.8 pesos mensuales en prepago y 477.5 en pospago, lo que indica que para millones de mexicanos, el acceso a Internet sigue siendo un lujo.
La ENDUTIH 2024 también evidencia que la brecha digital es fundamentalmente geográfica y generacional. Mientras el 86.9% de la población urbana utiliza Internet, en las zonas rurales esta cifra se desploma al 68.5%. Estados como Chiapas (64.9%), Oaxaca (66.2%), Guerrero (77.5%) y Veracruz (77.2%) reflejan esta desigualdad. Veracruz destaca por un retroceso en su conectividad, resultado de un abandono estatal y una falta de inversión privada.
Particularmente alarmante es el dato sobre la población de más de 65 años: solo el 42.1% utiliza Internet. La falta de programas de alfabetización digital adaptados a este grupo demuestra una carencia institucional, dejando a los adultos mayores al margen de la revolución digital. Mientras otros países avanzan en inclusión, México se queda atrás.
El 16.9% de la población no utiliza Internet, y las razones son un espejo de las carencias estructurales: el 9.5% no sabe cómo usarlo. Es urgente desarrollar talleres comunitarios y recursos en lenguas indígenas para fomentar estas habilidades. Además, el acceso a Internet debería ser considerado un derecho, no un privilegio. Focalizar subsidios y establecer tarifas sociales genuinas es esencial.
La desconfianza en las compras en línea también es alarmante: un 64.2% de los usuarios no ha realizado esta actividad en 2024, lo que pone de manifiesto la necesidad de construir confianza en la seguridad y de mejorar la inclusión financiera.
La ENDUTIH 2024 no solo presenta datos, es una llamada a la acción. La conectividad es vital para acceder a derechos fundamentales como educación, salud y empleo. Si la nueva ley de telecomunicaciones no aborda las diferencias geográficas y generacionales, continuaremos viviendo en un país donde solo una parte de la población aproveche las ventajas de la tecnología moderna, mientras otras se quedan atrapadas en la exclusión digital.
El camino hacia una conectividad inclusiva requiere una estrategia robusta: es crucial priorizar el desarrollo de infraestructura digital en zonas marginadas y fomentar un programa nacional de alfabetización digital que atienda a adultos mayores, comunidades indígenas y áreas rurales. Solo así se podrá aspirar a un futuro donde la tecnología sea una herramienta de transformación para todos.
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