En un momento histórico que conmociona a millones, la capilla ardiente del papa Francisco ha sido escenario de un emotivo adiós. Entre miércoles y viernes, aproximadamente 250,000 personas se acercaron a rendir homenaje al primer papa latinoamericano, cuyas contribuciones y cercanía a la comunidad católica dejaron una huella imborrable. Este emotivo tributo culminó en una ceremonia privada en la que el cardenal camarlengo, Kevin Farrell, cerró el féretro depositando una bolsa con monedas y medallas acuñadas durante su pontificado, así como recitando el Rogito, una especie de obituario que describe al papa como “un pastor simple y muy amado”.
La capilla ardiente, que alojó a una multitud más grande que la que asistió al funeral de su predecesor, Benedicto XVI, fue un reflejo del cariño que el papa Francisco cultivó entre los fieles. Testimonios como el de Mónica Penagos, una colombiana que lo describió como “nuestro papa, el papa de los migrantes”, encapsulan la significativa conexión que muchos sentían hacia él.
Desde el Vaticano, la secretaria de Gobernación de México, Rosa Icela Rodríguez, llegó para representar a la presidenta Claudia Sheinbaum y presentar condolencias a la familia del pontífice. La funcionaria estuvo acompañada por el embajador de México en El Vaticano, Alberto Barranco, durante este significativo momento en la Puerta de la Plegaria de la Basílica de San Pedro.
La misa funeral está programada para el 26 de abril a las 10:00 horas locales, con la asistencia confirmada de más de 50 jefes de Estado y diez monarcas. Entre ellos se encuentran figuras políticas como Javier Milei, Luiz Inácio Lula da Silva y Donald Trump, quien aprovechará su visita para llevar a cabo reuniones bilaterales. La distribución de delegaciones estará organizada, colocando a Milei y Sergio Mattarella en la primera fila, seguidos por los monarcas y otros presidentes en orden alfabético en francés.
La ceremonia promete ser monumental, con la certeza de que decenas de miles también seguirán la misa a través de pantallas gigantes dispuestas en las cercanías. Posteriormente, el cortejo fúnebre recorrerá las emblemáticas calles de Roma, pasando frente a monumentos icónicos como el Coliseo, antes de que Francisco descanse en la Basílica de Santa María la Mayor. Su tumba, representativa de la sencillez que caracterizó su papado, llevará la inscripción “Franciscus” y reflejará los valores que defendió durante su vida.
La seguridad es una preocupación primordial, y las autoridades han implementado medidas estrictas, incluyendo una zona de exclusión aérea, para garantizar la seguridad de las dignidades reunidas y del gran número de asistentes.
Con su papado que comenzó en 2013, Francisco dejó una Iglesia católica marcada por la reforma, así como por el desafío que enfrentará el próximo cónclave en la Capilla Sixtina, donde se anticipa que se elegirán nuevos líderes espirituales para guiar a 1,400 millones de católicos en el mundo. La inquietud y la esperanza predominan en los corazones de los miembros del clero que tendrán la difícil tarea de seguir el legado de un papa que muchos consideran su guía espiritual.
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