Cada día es más evidente que la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto significativo en todas las regiones del mundo. En México, por ejemplo, el ejército ha tenido que cerrar hospitales de atención COVID-19 a medida que se reducen los casos activos. La buena noticia es que las autoridades de salud estén viendo una disminución en el número de infecciones, pero esto plantea la pregunta: ¿deberíamos preocuparnos por una segunda ola?
La respuesta es complicada. Por un lado, México ha hecho un trabajo admirable para mitigar la propagación del virus, gracias a una combinación de medidas efectivas de distanciamiento social y una estrategia de pruebas y rastreo rigurosa. Por otro lado, no podemos ignorar el hecho de que el virus sigue siendo altamente contagioso y que siempre existe la posibilidad de que se produzca un resurgimiento. Así que ¿cómo podemos mantenernos seguros?
La clave está en mantener nuestras guardias en alto. Asegurarse de seguir las pautas de distanciamiento social y usar una máscara en público es importante. También es fundamental que mantengamos nuestras rutinas de higiene: lavarnos las manos con frecuencia y desinfectar superficies comunes. Elogiemos a los trabajadores de la salud, especialmente a los que han estado luchando en los frentes de batalla, contra el virus desde el principio. La mejor manera de controlar la propagación del virus es a través de la cooperación activa de todos.
Dicho esto, no podemos permitirnos ser complacientes. Aunque los números parezcan estar mejorando, el virus sigue siendo una amenaza real y debemos estar preparados para cualquier eventualidad. La clave es permanecer informados y seguir las recomendaciones de las autoridades de salud. Así podremos continuar trabajando juntos para mantenernos seguros y superar esta crisis de COVID-19.
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