A Peter Hutton le obsesionaba un viejo álbum de fotografías de su padre, un publicista que antes había sido marino mercante. Fue precisamente su padre quien le aconsejó que pasara una temporada trabajando en el mar, algo que el cineasta hizo durante su juventud de manera intermitente para costearse los estudios de arte.
Aquella experiencia como marino marcaría de forma sustancial una filmografía volcada en la observación, en encontrar los orígenes y mitos del cine en imágenes despojadas de artificio, en descubrir los enigmas y paradojas de la luz, las sombras y el tiempo.
A Hutton está dedicada la última película de Kelly Reichardt, First Cow, cuyos paisajes de Oregón también remiten a la obra de Cole. En el arranque del filme, Reichardt sigue la estela de las exploraciones cinematográficas que Hutton hizo sobre el valle del río Hudson con un plano que se detiene ante el curso de un río y un barco que navega por sus aguas.
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“Peter Hutton representa, quizá mejor que ningún otro cineasta, ese mito tan cinematográfico del origen que tradicionalmente asociamos a la hermandad de los operadores Lumière”, explica Carlos Muguiro, director del centro de estudios e investigación Elías Querejeta Zine Eskola y comisario de la retrospectiva que Documenta Madrid dedicó al director en 2010.
“Este mito de lo fundacional articula poderosamente la historia del cine y la trayectoria de Hutton. Pero en él se concentran, además, de manera extrañamente coherente, otras tradiciones primigenias, y en algunos casos adánicas, de la cultura contemporánea. Hutton conecta con el espíritu del filósofo y teólogo Ralph Emerson, la herencia paisajística de Fitz Hugo Lane, Thomas Cole y el Iluminismo pictórico del siglo XIX, o la experiencia iniciática del Ismael de Moby Dick”.
“Hablan de mi cine como un cine de vanguardia, y yo respondo que estoy más bien en la retaguardia”, dijo el director
“Creo que mi trabajo es una combinación entre la paciencia, la espera y lo espontáneo. […] Hablan de mi cine como un cine de vanguardia, y yo respondo que estoy más bien en la retaguardia”, afirmaba el cineasta, que en una larga entrevista concedida en ese mismo 2010 a la revista de cine Lumière desgranaba un proceso de trabajo artesanal, cercano al del pintor o del fotoperiodista, e insistía en la importancia de salir a la calle y, simplemente, detenerse a mirar: “Hay una gran coda de Wittgenstein que dice: ‘En el fin del mundo, el telescopio más potente será el ojo humano”.