En Colombia se están muriendo más de 600 personas diarias a causa del covid-19 y es como si se estuvieran muriendo moscas.
Según las estadísticas obtenidas por la Universidad de Johns Hopkins, Colombia registra el índice de muertes por millón de habitantes más alto del mundo en el mes de junio, con 12,5 decesos. Le siguen Botswana con 9,42, Brasil con 8,83 e India, con 1,02.
Es decir, la tasa de muertos por millón de habitantes que registra Colombia es diez veces mayor que la de la India, un país que vive una tragedia inenarrable cuyos horrores tienen conmovido al mundo.
Estas cifras que ya son una tragedia tampoco alcanzan a reflejar la verdadera desgracia que vive Colombia, un país que se acostumbró a no inmutarse con la muerte –una herencia maldita que nos dejó la guerra– y que además está gobernado por un presidente aún más insensible que sus gobernados.
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Colombia está viviendo una crisis igual o peor a la que vivió Europa en el primer pico, pero el Gobierno de Duque sigue gobernando como si estas muertes fueran hojas que se caen del árbol por la fuerza del viento.
El presidente ha justificado esta normalidad feroz con un discurso muy bien adornado, diseñado para demostrar que su estrategia contra la covid es una de las más exitosas en América Latina en todos los órdenes, y en el que le echa la culpa del alto número de muertos a los jóvenes que salieron a protestar durante un mes. Un señalamiento impregnado de una carga ideológica que busca estigmatizar la protesta social, y que hace sin ninguna valoración científica.
Según el discurso oficial, Colombia es el cuarto país en vacunación y uno de los primeros en realización de pruebas de América Latina. Sobre esas premisas es que Duque decidió, hace dos semanas, declarar la apertura total del país.
Es cierto que hoy somos el cuarto país en número total de dosis aplicadas y que por fin se están aplicando cerca de 300.000 dosis diarias. Lo que no dice el Gobierno es que esta velocidad en la vacunación solo se alcanzó hace una o dos semanas, cuando se inició el pico más alto de contagio y que los tres meses anteriores —cuando el promedio de contagios era mucho menor— la cifra de vacunados no superó las 6.000 dosis diarias. Eso significa que al día de hoy, Colombia solo tiene un 10% de su población vacunada.