El regulador antimonopolio mexicano ha impuesto condiciones para la compra estatal de 13 plantas eléctricas a Iberdrola, lo que plantea un importante desafío para ambas partes involucradas en la transacción.
Según el regulador, el gobierno mexicano deberá comprometerse a respetar los acuerdos existentes y mantener un equilibrio en el mercado eléctrico, garantizando la competencia y evitando la concentración de poder en manos de un solo actor.
Por su parte, Iberdrola ha manifestado su disposición a cooperar, pero también ha expresado su preocupación por los posibles efectos de estas condiciones en sus inversiones en México. La empresa ha señalado la necesidad de un marco regulatorio claro y estable para seguir operando en el país.
Esta situación refleja la complejidad de las relaciones entre el sector privado y el gobierno en el ámbito energético, así como la importancia de establecer mecanismos que fomenten la competencia y protejan los intereses de todas las partes involucradas.
El futuro de esta transacción dependerá en gran medida de la capacidad de ambas partes para llegar a un acuerdo satisfactorio que satisfaga las demandas del regulador y, al mismo tiempo, proteja los intereses comerciales de Iberdrola.
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