El hospital Shifa de Gaza, el principal centro sanitario de la franja palestina, ha tenido que afrontar peores emergencias. El médico de servicio en la unidad de urgencias Mohamed Hasuna recordaba el lunes las incesantes avalanchas de heridos en la guerra de 2014 y las oleadas de manifestantes con impacto de bala en las protestas ante la frontera israelí de 2018 y 2019. “Entonces había que amputar sin remedio, ahora hemos podido salvar muchos miembros”, explica este especialista en urología de 31 años, curtido como pocos en la atención de emergencias. “Tuvimos picos de 30 a 50 ingresos en una hora, pero pudimos afrontarlos gracias a un sistema de cribado contrastado. Casi todos habían sido rescatados después de pasar horas entre los escombros con contusiones, cortes y fracturas”, detalla con aplomo profesional.
Con el inicio este martes de una gira regional por Oriente Próximo del secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, la diplomacia intenta afianzar el alto el fuego entre Israel y Hamás, en vigor desde el viernes, tras 11 jornadas de hostilidades a gran escala.
Horas antes de la llegada de Blinken a Jerusalén, dos personas, entre ellas un soldado israelí, fueron acuchilladas por un palestino de 17 años, que fue posteriormente abatido a tiros por las fuerzas de seguridad israelíes, según informó France Presse.
El balance de la mayor escalada bélica de los últimos siete años se eleva a 253 muertos, entre ellos 66 niños, en Gaza. Entre los cerca de 2.000 heridos, según los datos disponibles del Ministerio de Sanidad palestino, un 22% presentan lesiones leves, un 75% graves y un 3% muy graves.
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