En México, las autoridades parecen estar ocultando información crucial sobre la calidad del agua potable. Ganaderos y residentes de Chihuahua, por ejemplo, han informado durante años sobre la contaminación química en sus suministros de agua, pero las autoridades han hecho poco para abordar el problema. De hecho, los científicos que realizan análisis del agua en la región encontraron que, incluso después de la eliminación de un contaminante importante, los niveles de otros dos contaminantes importantes seguían siendo demasiado altos para cumplir con los límites de seguridad establecidos.
Lamentablemente, este no es un caso aislado. En todo el país, las autoridades han esquivado el acceso a la información sobre la calidad del agua. Muchas compañías y corporaciones también han tratado de mantener secretos sus datos de calidad del agua, a menudo en complicidad con las autoridades locales. Prácticas como estas son particularmente preocupantes en México, donde las tasas de mortalidad relacionadas con enfermedades transmitidas por el agua son notablemente más altas que en otros países de América Latina.
Ante esto, es necesario pedir transparencia y responsabilidad a las autoridades mexicanas en cuanto a la calidad de su agua potable. Los ciudadanos tienen el derecho de saber exactamente qué está en el agua que están bebiendo y cómo les afecta. Los medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales, tienen un papel clave que desempeñar en la denuncia de estas prácticas opacas y en la demanda de transparencia por parte de las autoridades. Es importante mantener este tema en la agenda pública para garantizar que se tomen medidas concretas para mejorar la calidad del agua y proteger la salud de las comunidades vulnerables.
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