Los brotes de nuevas enfermedades altamente infecciosas son inevitables. Sin embargo, en el siglo XXI, las pandemias son opcionales. Esta es una de las aserciones más importantes del informe del Panel Independiente para la Preparación y Respuesta ante una Pandemia publicado esta semana. Esto implica que el enorme costo humano y económico que se está sufriendo como consecuencia del covid-19 era evitable.
Se conocía, y se advertía, desde hacía muchos años de una amenaza muy real de un patógeno respiratorio nuevo, de rápido movimiento y altamente letal, que podría matar a millones de personas y acabar con una parte importante de la economía mundial. También se sabía, en principio, qué hacer para evitar que dicha enfermedad deviniese pandemia. A pesar de este bien documentado conocimiento, el brote de covid-19 se convirtió en una pandemia que hasta ahora ha causado la muerte de 3,3 millones de personas y la destrucción de hasta la cuarta parte del equivalente al PIB mundial de 2019.
El Panel Independiente, del cual somos los dos miembros latinoamericanos, ha concluido que el sistema internacional dispuesto a lo largo de los años para enfrentar las amenazas de pandemias indudablemente no cumplió al enfrentar la covid-19. En pocas palabras, la mayoría de los países no se prepararon según lo estipulado con rango de obligación por el Reglamento Sanitario Internacional y otros instrumentos multilaterales existentes. Además, ahora está claro que los mecanismos disponibles, incluso si se hubieran aplicado eficazmente, lo que claramente no fue el caso, no habrían sido suficientes. Por lo tanto, para prevenir una próxima pandemia, se debe emprender de inmediato una reforma significativa del sistema internacional.
En consecuencia, el Panel, entre otras medidas, propone elevar la preparación y respuesta ante una pandemia al más alto nivel de responsabilidad política, mediante el establecimiento de un consejo mundial, integrado por jefes de Estado y de Gobierno, para tomar las decisiones estratégicas en relación con las amenazas globales contra la salud. Este Consejo debe encabezar los cambios necesarios en el sistema internacional, incluida la adopción de una convención marco, el fortalecimiento de la autoridad de la OMS y el aseguramiento de su independencia financiera, mediante un aumento significativo en las aportaciones obligatorias de los Estados miembros. La OMS debe utilizar el fortalecimiento de sus capacidades para, entre otros fines, establecer un nuevo sistema global de vigilancia epidemiológica, basado en la transparencia total de todas las partes; ser más ágil y contundente para declarar emergencias de salud pública internacional, investigar rápidamente patógenos con potencial pandémico contando con acceso inmediato a los sitios pertinentes; garantizar que todos los gobiernos nacionales actualicen sus planes nacionales de preparación en función de las metas y los puntos de referencia de la propia OMS y asuman con claridad la rendición de cuentas en el cumplimiento de dichos planes. El Consejo también debe liderar la creación de un mecanismo internacional de financiación de pandemias que comprometa contribuciones a largo plazo de todos los países. También deberá transformar la plataforma ACT-A existente en un mecanismo permanente y suficientemente dotado para la provisión de vacunas, terapias, diagnósticos y otros suministros esenciales. El Panel ha recomendado que por lo pronto se acuerde la redistribución de excedentes de vacunas disponibles en algunos países hacia países y poblaciones en situación de alto riesgo.
Tener un mucho mejor sistema internacional es importante, pero no suficiente. En última instancia, la responsabilidad de hacer frente a la amenaza de una pandemia recae en los propios países. Sin duda, esta realidad se está probando durante la pandemia en curso. El Panel Independiente encontró que ha habido enormes diferencias entre países, tanto en la forma en que han enfrentado la enfermedad como en los resultados obtenidos en cada caso. Algunos países lograron acotar drásticamente la propagación de la enfermedad y contener sensiblemente sus daños económicos, mientras que otros han tenido tasas muy altas de infección y mortalidad junto con importantes costos económicos y sociales.
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