Una de las prioridades en los preparativos que se están realizando para la cumbre del G-7 que se celebrará la próxima semana en Reino Unido es estudiar maneras de poner fin a la pandemia de la covid-19 y conseguir que el mundo se recupere de ella. Nos enfrentamos a retos urgentes.
A estas alturas ha quedado muy claro que no habrá una recuperación generalizada si no se pone fin a la crisis sanitaria. El acceso a la vacunación es clave para ambas cosas.
Se han producido avances impresionantes en el frente de la vacunación. Los científicos han creado múltiples vacunas en un tiempo récord. Una financiación pública y privada sin precedentes ha apoyado la ampliación de la investigación, el desarrollo y la fabricación de vacunas. Sin embargo persiste una peligrosa brecha entre los países más ricos y los más pobres.
De hecho, mientras que en algunos países prósperos se debate acerca de la administración de dosis de refuerzo a la población, la gran mayoría de las personas de los países en desarrollo, entre ellas incluso los trabajadores de la salud de primera línea, no han recibido la primera dosis. Los más desprovistos son los países de ingresos bajos que han recibido menos del 1% de las vacunas administradas hasta la fecha.
Cada vez más, la pandemia se está desarrollando a dos velocidades, debido a que los países más ricos tienen acceso a las vacunas y los más pobres se están quedando atrás.
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