Cristina Fernández de Kirchner, es condenada a seis años de prisión por corrupción durante sus dos gobiernos, entre 2007 y 2015. Asimismo anunció que se bajaba de cualquier carrera electoral. “Me quieren presa o muerta, no voy a ser candidata a nada, ni a presidenta ni a senadora, no voy a estar en ninguna boleta”, disparó al borde de las lágrimas.
En la noche que siguió a la sentencia, Kirchner organizó un asado. Juntó en una misma mesa a gobernadores, legisladores y altos funcionarios del Gobierno, todos kirchneristas de paladar negro. Sin ponerse de pie, tomó la palabra. “Estaba fuerte, armada, y nos dijo: ‘Yo no vine acá para hablar, vine a compartir un momento con ustedes, pero voy a decir una sola cosa: cada uno de ustedes tiene el bastón de mariscal’, y dejó el micrófono”, reproduce uno de los presentes en el encuentro. Acababa de transferirles la responsabilidad de evitar una debacle electoral del peronismo en 2023.
Kirchner no está impedida para ser candidata
Mientras la sentencia no está firme. “Cualquier político normal, en una situación similar, diría ‘confío en la justicia’, sabiendo que los tiempos de apelación son larguísimos, hasta ocho años”, dice una fuente muy cercana a la vicepresidenta, pero que tiende también puentes con el presidente, Alberto Fernández. “Bastaba con que dijese que confiaba en su inocencia, pero ella no quiere que la justicia le diga si puede ser o no ser candidata. Por eso se anticipa brutalmente y redobla la apuesta”, explica.
En la renuncia de Kirchner se han puesto en juego además cuestiones personales. El 1 de septiembre, la expresidenta salió ilesa de un intento de asesinato en la puerta de su casa de Recoleta, uno de los barrios más acomodados de la ciudad de Buenos Aires. La bala del atacante no salió. El peronismo, golpeado por la crisis económica, encontró un motivo para movilizarse y salió en apoyo de su figura más importante. La causa Vialidad por corrupción pasó a un segundo plano.
Los jueces encontraron a Kirchner responsable de defraudar al Estado por unos 1.000 millones de dólares mediante el desvío de contratos de obras públicas a empresarios amigos. La expresidenta apelará la sentencia, pero si renuncia a buscar cargos electivos perderá irremediablemente los fueros que la protegen de la cárcel en caso de fracasar en los tribunales.
“No será candidata, su anuncio fue sincero”, dice un kirchnerista que la conoce de cerca. “Les dice ‘a ver si en 2023, sin fueros, se animan a meterme presa’. Cristina no quiere ser [el expresidente Carlos] Menem, que murió siendo senador con una condena [por tráfico de armas a Ecuador y Croacia] confirmada en segunda instancia. Y cede, aunque al hacerlo pierde poder político. Seguirá teniendo la centralidad en el peronismo en general y en la provincia de Buenos Aires en particular, pero ya no será absoluta. Por no dar el brazo a torcer pierde influencia”, dice.
El peronismo tendrá, ahora, que rearmarse alrededor de una figura que aún no existe. “Nos quita un potencial fuerte, no hay duda, pero abre más el juego, será un juego más horizontal si somos capaces de meter a todos adentro”, explica la fuente. La estrategia, dice, debe evitar que el kirchnerismo se radicalice y tome un curso diferente, por fuera del peronismo. “Eso complicaría las cosas” en las elecciones generales de 2023, advierte.
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