Desde hace unas semanas, Alberto, enfermero de 31 años, tiene una pesadilla recurrente. Sueña que se quiere ir del Primavera Sound pero todo el tiempo acaba volviendo, y lo que se encuentra cuando llega, contra su voluntad, al recinto del Fòrum de Barcelona va cambiando.
Unas veces es una feria, como las de su pueblo. Otras, una especie de parque acuático. En el sueño, lo único que él quiere es irse a su casa, pero no puede. Y encima sus amigos le dicen: “Ay, no seas rancio”.
Entonces, se despierta y se alegra de que su único plan para este fin de semana sea regar las plantas y cenar con un amigo que hace tiempo que no ve. No hace falta psicoanalizarse, cree Alberto, para entender lo que le está diciendo el sueño: que tiene miedo a volver a la vida social prepandémica.
Los meses de confinamiento duro y el semienclaustramiento posterior obligaron a personas de todas las edades y condicionantes a replantearse sus prioridades. Se perdió la figura del conocido y el saludado, desapareció todo flirteo que no fuese previamente programado por aplicaciones de citas, y el contacto social se redujo para casi todo el mundo a compañeros de trabajo y un grupo muy reducido de amigos muy cercanos.
Era fácil elegir qué hacer porque nunca había mucho que hacer, sobre todo fuera de la Comunidad de Madrid, donde el ocio ha estado restringido hasta hace un mes. ¿Y ahora? Se habla del desenfreno pospandémico, del verano lujurioso que se supone que espera a los que se divorciaron durante la pandemia.
“Miles de cosas que llevaba bien cuando no había vida social se me han ido un poco de las manos. Volver a aprender a equilibrar todo está siendo difícil”, admite Ainhoa Marzol, comunicadora de 27 años. Cree que mientras duraron las restricciones se dedicó a expandir su carga de trabajo “a límites sobrehumanos”.
“Porque, total, tampoco podías hacer nada con ese tiempo. Dentro de lo que cabe, no se estaba tan mal. Y las personas introvertidas hemos tenido una relación peculiar con la pandemia. No hacíamos tanto el ridículo en redes sociales como la gente extrovertida que ha estado perdiendo la cabeza en directo”.