Hay dos formas de entrar en el convento de los Cinco Mártires de Marruecos, también llamado de San Francisco, a las afueras de la localidad cordobesa de Belalcázar. La oficial consiste en acudir al Ayuntamiento y solicitar una visita en la Concejalía de Cultura, lo que puede llevar su tiempo. Pero mucho más fácil es acercarse hasta su iglesia, a cualquier hora del día, pedirle permiso al dueño del huerto que está pegado al ábside lateral para atravesar sus cultivos, con cuidado de no pisarlos, y empujar una puerta de metal entre dos contrafuertes que está siempre abierta, ya que carece de cerrojo o candado.
Pasado este obstáculo se accede a una iglesia gótica del siglo XV, abandonada hace unos dos siglos, con las paredes desconchadas y montones de escombros por el piso pero que todavía conserva, en los frisos de varias capillas, elegantes hornacinas aveneradas, motivos vegetales, roleos, pequeñas cabezas y una bóveda completa de granito que muchos consideran única en Andalucía.
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“Ahora no está tan mal. Hasta hace unos 20 años servía de establo, por las noches guardaban las vacas. Y junto al altar estaba el gallinero. También hubo una época en la que aparcaban los tractores dentro”, comenta Rafael López Monge, antiguo jefe de la policía local de Belalcázar, ahora jubilado, que al frente de la Asociación Turdulia defiende la preservación de este edificio, inscrito desde 2008 en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.
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La iglesia es lo único que queda en pie del antiguo convento. A pesar del estado de desamparo en que se encuentra, conserva una singular belleza, especialmente en su fachada renacentista, presidida por un escudo de piedra granítica con las armas de los condes de Belalcázar y una espectacular espadaña, visible desde cualquier punto del pueblo.
Construido en la década de 1480, el convento de los Cinco Mártires de Marruecos, llamado así en homenaje a cinco frailes franciscanos ejecutados por los almohades en Marrakech a principios del siglo XIII, comenzó a ser habitado el 21 de marzo de 1490 por varios religiosos procedentes del vecino convento de Santa Clara y alcanzó su apogeo en el siglo XVI, cuando albergó reliquias de gran devoción como las cabezas de Santa Eunodia y Santa Manila o el Cristo de los Alivios, que atraían a numerosos fieles.
Un pueblo bautizado por Isabel la Católica
Tras la rendición de Baza y Almería, a finales de 1489 a las tropas castellanas, el reino nazarí de Granada, que durante dos siglos se extendió por toda Andalucía oriental, se vio reducido a los límites de su capital y por lo tanto al borde del colapso. Decidida a asestarle el golpe de gracia, la reina Isabel de Castilla emprendió en 1490 la tercera y definitiva campaña contra el último reino musulmán en la península ibérica. Con el objetivo de recaudar dinero y reclutar hombres visitó a su prima y aliada, doña Elvira de Zúñiga, en el castillo que poseía en la localidad conocida como Gahete, por los cristianos, y Gafiq, por los árabes.