Luego de cinco días, el Papa Francisco llegó a Nunavut, en el Ártico canadiense, y dio así cierre a su viaje para pedir perdón por los abusos a niños indígenas en internados de la Iglesia católica, pidiendo de nuevo «perdón».
El pontífice de 85 años viajó al vasto territorio norteño de la capital de Nunavut, Iqaluit, que significa «el lugar de muchos peces».
Allí, Francisco se reunió por primera vez con sobrevivientes de escuelas residenciales que alojaban a niños indígenas arrancados a sus padres y forzados a dejar su lenguaje y cultura nativa.
«Quiero decirles lo mucho que lo siento y pedirles perdón por el mal perpetrado por no pocos católicos que contribuyeron a las políticas de asimilación cultural y de emancipación en esas escuelas», dijo.
Los residentes le recibieron con música tradicional, incluido el canto de la garganta, en un escenario montado bajo un cielo nublado, antes de aparecer en un acto público organizado por los inuit.
«Se han roto familias, se han llevado a los niños, lejos de su entorno; el invierno ha caído sobre todo», deploró ante la multitud de unas 2.000 personas reunidas entre una escuela y una cancha de baloncesto a pocos metros de los acantilados y el mar.
Muchos se tenían de la mano, otros lloraban o se abrazaban mientras lo escuchaban hablar.
«Se disculpó, y mucha gente no parece estar contenta con eso, pero dio el paso de venir a Nunavut y disculparse, y creo que eso es grande», dijo el viernes a la AFP Evie Kunuk, residente de 47 años de Iqaluit.
«Esta visita es importante para Iqaluit, porque mucha gente de aquí fue a los internados», añadió.
«Esta visita está creando un revuelo», afirmó por su parte Steve Philippe, residente de Quebec de 52 años, que viajó a Iqaluit para ver al papa y estaba entre una multitud de cientos de personas que esperaban su aparición.
La recepción del Papa ha sido «un poco tibia (…) Quizá las expectativas eran demasiado altas (…) pero creo que es un paso en la dirección correcta», consideró.
Además, Francisco pidió «cuidado» para la Tierra, que «es tan delicada como cada persona y cada pueblo».
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