Por Carlos Aguilera Rue
Los tentáculos de la delincuencia han penetrado en el sistema político mexicano. Despiadados sujetos nos tienen de rehenes sometidos a sus intereses. A plena luz del día se cometen crímenes sin castigo. El gobierno, sus policías y el Ejército Mexicano permite la guerra entre los carteles. No interviene. No mete las manos y está permitiendo que se maten unos con otros. Esa es la estrategia de seguridad pública. Inclusive se dice que ellos mismos tienen sus propios sicarios institucionales que asesinan a diestra y siniestra. Sin embargo, existe un daño colateral y víctimas inocentes mueren en el ajuste.
El gobierno los conoce. Sabe quiénes son. Cuánto son y donde operan. La información filtrada producto del hackeo a Sedena mostró toda esa información. Simplemente no se actúa.
El caso concreto de Cuauhtémoc Blanco, donde sale fotografiado con tres sicarios del narcotráfico. El gobierno de López Obrador, le ha permitido todo. Todo y en exceso. Y cínicamente cada que visita el estado de Morelos le da el espaldarazo. Hay muchos responsables de la guerra en el país. Las omisiones, actos de corrupción y demás delitos cometidos por el gobierno estatal son secundados por la Federación.
Peor aún, en Morelos se ha perdido la memoria. Este proceso electoral local de 2024 será controlado por el hermano del Blanco, quien le ha brindado todo el poder para dar continuidad a la serie de errores cometidos en agravio principalmente de quienes menos tienen. Los riesgos de la democracia. Quién les dijo que gobernar un estado no se requiere preparación académica. Se requiere más que eso. Un arraigo en el conocimiento de la problemática social. Con un equipo de expertos, conocedores de cada rincón de la entidad. Así, cientos de seguidores ahora aparecen en el equipo se Ulises Bravo. Veletas que solo persiguen intereses económicos personales y de grupo. Quienes en su momento lo criticaron por advenedizo.
Todo fuera tan sencillo como que los integrantes de la delincuencia organizada se siga matando. Lo grave es que la delincuencia común avanza en contra del patrimonio social. Nos están matando y el sistema político lo está permitiendo. Robo a casa habitación, robo de vehículo, robo a transeúnte, extorsión, entre otros tipos delictivos están repuntando. Las policías, la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano obligado a salvaguardar a la población no está cumpliendo su función: Se mantienen expectantes.
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