En la actualidad, parece que la generación joven está haciendo algo muy atrevido y diferente a lo que sus padres hicieron. Hay una clara decisión de separarse de las normas tradicionales y adentrarse en caminos menos convencionales. Y esto, aunque pueda parecer una traición para los mayores, puede ser necesario en muchos casos.
Hay jóvenes que se adentran en sectores laborales que no son los que sus padres consideran como “seguros”, pero que les apasionan. Otros, en cambio, deciden romper con los estereotipos de género y optan por caminos distintos a los que la sociedad espera de ellos. Independientemente del caso, hay una línea clara en el pensamiento: están dispuestos a desafiar la tradición y cuestionarla, por el simple hecho de que no les satisface.
Este cambio de actitud destruye la idea del conformismo que hasta ahora se había instalado en la sociedad, que era la única forma de seguir siendo productivos en la sociedad, pero para los jóvenes de hoy, la conformidad no es una opción. Todos ellos están capacitados y con información suficiente para trazar sus propios caminos.
Esta nueva perspectiva lleva a un riesgo calculado por los jóvenes. En el pasado, era más sencillo dejarse llevar por las opiniones de los mayores en cuestiones de religión, política, estilo de vida y filosofía. Sin embargo, hoy los jóvenes tienen la capacidad de formarse su propia opinión sobre cualquier cosa que les importa. Actuar con el conocimiento adquirido y la sabiduría de generaciones pasadas pero también puede ser su propia convicción que los guía a tomar decisiones.
Las barreras sociales y culturales son las más difíciles de superar, pero gracias a esta nueva perspectiva, estamos viendo cómo se están rompiendo. Este cambio es especialmente vital para el crecimiento y el paso a una nueva etapa en la historia de la humanidad.
Aunque no tenemos la certeza de lo que nos deparará el futuro, lo que sabemos es que, gracias a esta nueva perspectiva, la gente joven de hoy tiene la oportunidad de hacer algo diferente y con ello sacar provecho. Permitir que las nuevas generaciones cuestionen la tradición es fundamental, porque es la única forma de cambiar y mejorar en todos los ámbitos de la vida, incluso en las áreas más consolidadas de la cultura.
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