Se acerca la desaparición de las cabinas de teléfono en España. El proyecto de la nueva Ley General de Telecomunicaciones (está previsto que se apruebe en el segundo trimestre de 2022), que recoge la normativa del Código Europeo de las Comunicaciones Electrónicas, ya deja claro que se establecerá la eliminación de elementos obsoletos como las cabinas telefónicas o las guías. Unos activos considerados casi vintage, cuya utilización por parte de los usuarios es prácticamente inexistente en la actualidad.
En este escenario, Telefónica tiene previsto diseñar un plan para el desmontaje progresivo de las cabinas en toda España, que se precisará en función de la aprobación y los requisitos que dictamine la citada nueva legislación sectorial.
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La irrupción de la telefonía móvil, a partir de la segunda mitad de la década de los 90, ha sido la causa principal de la caída en desuso de estas estructuras. En 2006, se registraron más líneas de teléfonos móviles que habitantes, y en la actualidad el ratio es de 117,4 líneas móviles por cada 100 habitantes (55,64 millones de conexiones), cifra que supone un máximo histórico, según la Comisión Nacional de los Mercados y Competencia (CNMC).
Según datos del Eurobarómetro de 2014, más del 88% de la población reconocía no haber usado nunca una cabina. Además, la CNMC advirtió del alto coste de su mantenimiento dentro del servicio universal. En uno de sus informes relacionados con esta cuestión, el regulador precisó que en 2016, el coste neto del servicio universal relativo a cabinas fue de 4,5 millones de euros, si bien en los últimos años, el coste ha rondado los dos millones.
El servicio universal que recogía la anterior ley de Telecomunicaciones, garantizaba que todos los ciudadanos tuvieran un acceso a una serie de servicios con independencia de su localización geográfica, con una calidad determinada y a un precio asequible. Esto suponía que las poblaciones con más de 1.000 habitantes debían hasta ahora hora tener al menos una cabina instalada, y otra adicional por cada 3.000 habitantes.
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Además, en los últimos años, muchas cabinas han sufrido destrozos por actos vandálicos y robos, que han provocado que quedasen fuera de servicio hasta su posterior reparación. En algunas ciudades españolas, incluso, los ayuntamientos han procedido a la retirada de las cabinas que ya habían dejado de funcionar a causa del vandalismo.
La eliminación de estas infraestructuras se ha venido ejecutando en otros mercados europeos. Francia, Bélgica, Dinamarca y Estonia han ido suprimiendo el elemento del servicio universal de cabinas, según datos de la propia CNMC.
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