Hay veces que el dibujo irrumpe en forma de palo, de brisa, de palabra. Le pasaba a Friederike Mayröcker con sus poemas, que son como acuarelas, justo lo contrario a la prosa, que parece una escultura de piedra. Su fantástica literatura en lengua alemana está en la órbita de la tradición no narrativa de James Joyce y Gertrude Stein, y nace de ese impulso de contar las cosas a tiempo real y sin cicatrices, de manera opaca y escamosa como el grafito.
Una escritura incómoda donde abundan dibujos de sueños, soledades y otros dolores cotidianos que ella llama “fantasmitas protectores”. Hizo muchos a lo largo de su vida y para todo tipo de situaciones: para ahuyentar la incertidumbre, para luchar contra el miedo, para suplir la pereza de las mañanas e incluso para protegerse de la covid-19, que se la llevó con 96 años el pasado 4 de junio.
Los dibujos de Mayröcker son una absoluta rareza, pero ya han saltado al mercado. Hace unos meses, la galería Nächst St. Stephan de Viena abría esa puerta de la mano de Hans Ulrich Obrist, uno de los comisarios más fieles al formato papel hasta en su versión ínfima del post-it. Todo vendido. Al mito contribuye una biografía editada por Public Space Books, The Communicating Vessels (Los vasos comunicantes, 2021), donde salen a flote otros pasajes desconocidos de su vida. Veremos lo que tarda su uso liberal de la mayúscula en ser carne de bienales y documentas.