El 26 de junio, Hamlet Lavastida, artista cubano de 38 años cumplía el sexto día de confinamiento obligatorio en su casa de La Habana tras regresar de un año de residencia artística en Berlín. Pero esa mañana vio algo distinto desde su ventana: un hombre sospechoso que se dirigía a su edificio. Se imaginó lo peor, así que llamó rápidamente a una amiga, Katherine Bisket, según contó ella en Facebook. Si no hubiera sido por esos segundos de conversación, quizás no se sabría de su paradero. Lavastida se encuentra desde hace casi dos semanas en la cárcel de Villa Marista, un centro conocido como un lugar de tortura.
“Lo llaman ‘Donde todo el mundo canta’, por un antiguo concurso de música de la televisión cubana”, apunta Marco A. Castillo, artista cubano, exmiembro del colectivo Los Carpinteros y amigo de Lavastida, al que se le acusa de “incitación a delinquir”. Sin más detalles. El eco de la detención ha llegado hasta la feria de arte contemporánea Arco, en Madrid, que este jueves acoge un acto de denuncia por estos hechos. Además, un colectivo de artistas e intelectuales cubanos imprimirá en billetes de cinco euros los lemas de los movimientos opositores al régimen cubano y los lanzará por Arco como una performance colectiva llamada El billetaje quemando la calle, tal y como pretendía hacer Lavastida en Cuba. Los asistentes podrán llevar sus billetes para que los artistas los intervengan y así formar parte de esta acción.
Tribuna: La distopía cubana, por Marco A. Castillo
La única evidencia contra Lavastida es un mensaje en un chat privado en el que el artista sugirió a sus conocidos marcar billetes cubanos con símbolos que hicieran alusión a los nuevos movimientos de oposición que han surgido contra el régimen castrista, ahora liderado por el presidente Miguel Díaz-Canel. “Estamos indignados por esta violación a la privacidad de los ciudadanos”, reclama una carta de protesta firmada por 140 intelectuales cubanos exigiendo su liberación. “Por las injustas acusaciones contra nuestro colega y, fundamentalmente, por el hecho de que el Gobierno cubano esté tipificando como delitos el intercambio de ideas y el ejercicio de la imaginación”.
Lavastida es un artista disidente que, como varios raperos o pintores de la isla, ha desafiado la propaganda del régimen. Su obra en pósteres, grafitis, collages o vídeos se ha enfocado en los archivos que construyen la “identidad totalitaria del proceso revolucionario cubano”. “Hay que acercarse a la complejidad de Cuba más allá de las típicas escenas de tabaco y café”, decía en una entrevista, hace cuatro años, sobre su obra llamada Vida Profiláctica.
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