En 1960 la modernidad de Italia abre paso al arte povera. El surgimiento de una nueva y radical generación de vanguardia que hacía frente a la invasora industria de la cultura popular, en favor de una visión que traía consigo unos valores más marginales, sobrios y sencillos. Una poética más subjetiva dentro de una país amenazado por la inestabilidad económica, que desplazaba la obra de arte del museo a la vida; del artefacto al proceso.
La exposición Renverser ses yeux. Autour de l’arte povera 1960-1975: photographie, film, explora la relación de los artistas italianos, centrados alrededor de este movimiento de vanguardia, con la fotografía y la imagen en movimiento. Una relación que resultaría extraordinariamente fértil en Italia. “Mucho más que en cualquier otro país europeo”, destaca Quentin Bajac, director del museo Jeu de Paume de París. “Italia se convertirá en un centro emergente de vídeo, y es también allí donde se observa en ese momento el vínculo más fuerte entre los artistas y la fotografía. Existía realmente una comunidad de pensamiento interesada en integrar estos medios al nuevo lenguaje contemporáneo. Ello se debe, quizás, a la importancia que habían alcanzado dentro de la sociedad. Una presencia a la que la vanguardia respondía de forma crítica, casi política”.
Divida en cuatro secciones temáticas, la muestra puede verse en dos museos de París: en el citado Jeu de Paume y en Le Bal. Parte de un estudio realizado a lo largo de quince años por el historiador Giuliano Sergio, comisario de la muestra junto con Bajac y Diane Dufour, directora de Le Bal. El título de la exposición (en español, invertir los propios ojos) hace referencia a una obra de Giuseppe Penone, Rovesciare i propri occhi (1970), en la que el autor se autorretrata con unas lentillas de espejo que le impiden la visión pero que al mismo tiempo reflejan el paisaje que se presenta ante él. “Hemos querido resaltar la noción de invertir como una afirmación revolucionaria implícita en el arte povera”, destaca Bajac. “Un intento de cambiar no solo el arte, sino de cambiar el arte con el fin de cambiar el mundo. Eso es lo que hacía Penone a través de las lentillas. Privado de la visión,el autor se convierte en un tipo de escultura al tiempo que lleva a cabo una estrategia en términos fotográficos. Se trata de una acción, de una performance que llevó a cabo a lo largo de dos o tres años, en distintos contextos, y que no hubiera podido existir sin la fotografía. Es una obra que no es puramente fotográfica pero que necesita de la fotografía para existir”.
En el corazón de la muestra late la urgencia de una economía de medios, de una sociedad más comedida, de un sistema de vida más simple en oposición a la opulencia, que haga hincapié en lo que no se ve y recupere la conexión del ser humano con su medio. De ahí que la exposición adquiera un tono muy actual. “El arte povera es un movimiento amplio e impreciso en su definición”, señala Bajac, “y permite también cuestionarlo en términos medioambientales. La idea de frugalidad que traen consigo la generaciones más jóvenes está aquí presente y se mantiene muy fresca”.
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