La Generación Z, también conocida como centennials, está impulsando un cambio significativo en los hábitos de consumo que podría dejar una huella duradera en la sociedad. A diferencia de generaciones anteriores, que a menudo asociaban la diversión con el consumo masivo de alcohol, estos jóvenes están eligiendo un enfoque más equilibrado y consciente hacia su bienestar. Un estudio de NCSolutions revela que un notable 65% de los jóvenes de la Gen Z planean reducir su consumo de alcohol en 2025, con un 39% considerando un estilo de vida totalmente sobrio.
Este fenómeno se observa con claridad en México, donde las bebidas sin alcohol y de bajo contenido alcohólico están ganando terreno rápidamente. Bares, supermercados y marcas han comenzado a ajustar su oferta para satisfacer la creciente demanda de alternativas que priorizan el bienestar físico y mental sin sacrificar el placer de una experiencia sensorial agradable.
Un análisis de IWSR indica que el mercado global de bebidas no alcohólicas y de bajo contenido alcohólico creció un impresionante 31% en volumen entre 2018 y 2022. Se prevé que continuará su expansión a una tasa anual compuesta de entre 5% y 8% hasta 2026. Aunque estos datos encuentran su mayor concentración en países como Estados Unidos, Alemania y Reino Unido, México presenta un claro potencial para adoptar estas tendencias emergentes.
A nivel regulatorio, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) ha comenzado a supervisar las cervezas sin alcohol para garantizar una etiquetación clara y transparente. Asimismo, la COFEPRIS ha intensificado las restricciones publicitarias en torno a bebidas con alto contenido calórico, generando un escenario propicio para alternativas más saludables en el mercado.
La salud es un motor importante detrás de esta transformación. El aumento de enfermedades crónicas no transmisibles entre jóvenes, como la diabetes y la hipertensión, ha llevado a muchos a reevaluar el impacto del alcohol en su vida diaria. La salud mental, estrechamente ligada al consumo de alcohol, también influye; diversos estudios relacionan el consumo excesivo de alcohol con problemas de ansiedad y depresión.
Esta revolución no implica renunciar al deleite. La tendencia de la moderación consciente permite disfrutar de bebidas con menor graduación alcohólica, buscando un equilibrio entre la socialización y el cuidado personal. La industria responde a esta demanda con innovaciones en la elaboración de bebidas sin alcohol que capturan la complejidad sensorial sin sacrificar calidad.
Para alcanzar el objetivo de mantener una experiencia sensorial agradable, los productores implementan diversas técnicas. Algunas de estas incluyen la destilación al vacío, que preserva los aromas al eliminar el alcohol a bajas temperaturas, y la ósmosis inversa, que separa las moléculas de alcohol del líquido sin comprometer su riqueza aromática. La fermentación interrumpida, común en cervezas, y el stripping térmico también son métodos destacados que facilitan esta innovación.
Las marcas que están liderando esta transición hacia lo sin alcohol son numerosas. En los bares mexicanos, los cócteles sin alcohol han dejado de ser meras versiones diluidas para convertirse en creaciones sofisticadas, hechas con jugos naturales, siropes artesanales y niveles altos de creatividad. Marcas como Heineken 0.0, Corona Cero y Freixenet 0.0 están invirtiendo en diseños de empaque atractivos y comunicación enfocada en el bienestar, y han logrado posicionarse efectivamente en el mercado.
La innovación no se limita a la elaboración. También se manifiesta en los ingredientes. Muchas de estas bebidas están empezando a incluir adaptógenos como la ashwagandha y el matcha, así como a aprovechar los residuos de frutas para enriquecer su perfil de sabor. Además, el packaging evoluciona hacia opciones más sostenibles, como botellas de vidrio reciclado y latas de aluminio biodegradables.
En síntesis, la transformación del consumo de bebidas en México no se fundamenta en prohibiciones, sino en un cambio en las preferencias de las nuevas generaciones. Los centennials no están dejando atrás el placer de una bebida, sino redefiniendo su forma de consumirla, empujando así a la industria hacia la innovación y la adaptación. A medida que avancemos hacia 2025, seguiremos observando cómo este fenómeno se desarrolla y sus implicaciones en el mercado.
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