El cambio climático y la obesidad infantil son dos temas que, a primera vista, parecen no tener relación, sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Temperature logró vincular estas dos realidades.
Ya se sabía que la gran mayoría de los niños son más sedentarios que sus padres a esa edad, pero que la inactividad y el cambio climático pueden tener graves consecuencias para estos niños es una novedad.
Los responsables de este estudio explican que la obesidad infantil y el sedentarismo provocan dificultades para regular la temperatura corporal en el calor, lo que les hace realizar menos ejercicio físico. En otras palabras, los expertos aseguran que la forma física es clave para hacer frente a las temperaturas más altas y que los niños que no tienen esta habilidad pueden enfrentarse a problemas como deshidratación, calambres por calor, agotamiento o golpe de calor.
Según el estudio, los niños son actualmente un 30% menos activos que sus padres a su edad y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hacen menos ejercicio de lo recomendado, 60 minutos al día.
Ya se habían dedicado estudios previos al tema, como el desarrollado en Tailandia y en el que participaron 457 niños de entre cinco y 12 años. Esta investigación concluyó que los niños con sobrepeso tenían el doble de dificultad para regular la temperatura corporal cuando hacían ejercicio al aire libre.
Otro estudio encontró que la cantidad de niños que fueron a la sala de emergencias fue mayor en los días más calurosos. La pandemia de Covid-19 ha hecho que los niños sean aún más propensos a la inactividad, lo que preocupa a los expertos que temen que el aumento del calor pueda disuadir a los niños de la actividad física.
Los estudiosos también señalan que las estimaciones predicen que las temperaturas más altas y el cambio climático provocarán brotes de nuevas enfermedades que pueden restringir el movimiento de los niños y empeorar su salud.
El responsable de la investigación también advierte que los niños sudan menos que los adultos y el aumento del flujo sanguíneo a la piel para refrescarse, hace que el corazón trabaje más que los adultos.
Los autores del estudio aconsejan que los niños realicen más actividades al aire libre como fútbol y tiempo de juego con amigos y familiares.
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