Las elecciones del próximo año permean desde hace tiempo cualquier discusión en Colombia. También la respuesta a la inédita crisis política desatada por las protestas contra el Gobierno de Iván Duque, y la represión con la que se han estrellado los manifestantes. Asediado por las movilizaciones que se han apoderado de las calles, el presidente intenta retomar la iniciativa con el diálogo que ha puesto en marcha con distintos sectores, pero la tensión se mantiene disparada, con al menos 26 muertos en la última semana. Los comicios de 2022 amplifican las controversias y condicionan las posturas de todos los actores políticos.
“Existe un deseo de contribuir a un amplio proceso para encontrar soluciones para seguir transitando en un entorno difícil”, declaró Duque este jueves sin entregar mayores detalles luego de la segunda sesión de diálogos, en esta ocasión con las altas cortes. Desde muchas orillas le reclaman que las primeras jornadas hayan estado destinadas a reunirse con representantes de la institucionalidad, y haya dejado para la próxima semana la cita con el Comité del Paro, los organizadores de centrales obreras y estudiantiles más visibles de la movilización pacífica.
Más información
Por lo pronto, movilizaciones y disturbios han trastocado todas las agendas políticas y el mandatario incluso suspendió esta semana Prevención y Acción, su controversial programa diario de televisión, que se había transmitido ininterrumpidamente desde hace más de un año. El presidente, que atraviesa una prolongada crisis de popularidad, arriesgó su desgastado capital político con una reforma tributaria que abrió la caja de los truenos. Aunque validada por los expertos económicos, fue evidentemente inoportuna. El 82% de los consultados en una encuesta reciente señalaron que no votarían por candidatos que apoyaran la subida de impuestos.
Muy debilitado, Duque ha cedido a las protestas, retiró la propuesta de reforma fiscal, aceptó la renuncia de su ministro de Hacienda y se propuso buscar una reforma consensuada con todos los sectores políticos. En esencia, plantea una solución que ya fracasó antes. El diálogo que propone el Gobierno se antoja demasiado parecido a la “conversación nacional” con la que dilató la respuesta a las primeras convocatorias del paro nacional, la oleada de protestas que ya lo habían cercado a finales de 2019. Esa mecha nunca se apagó del todo, a pesar de que la irrupción de la pandemia desactivó en gran medida las protestas que hoy regresan con una fuerza inusitada.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.