“Materialmente, no hubiéramos podido llegar más lejos”. Así se sinceraba Antonio Machado con uno de los amigos que lo visitó poco después de llegar a la ciudad francesa de Colliure, el 28 de enero de 1939, tras un tortuoso y extenuante viaje hacia el exilio, junto a su madre, Ana Ruiz, su hermano José y su cuñada Matea Monedero. Y, sin embargo, durante los 24 días que permaneció hospedado en el hotel Bougnol-Quintana, antes de fallecer, la principal obsesión del poeta español fue salir de allí, trasladarse a otro lugar para poder cuidar mejor de su familia.
Es lo que desvelan las 19 cartas que Machado recibió durante las semanas en las que estuvo en Colliure y el borrador de la última que el escritor iba a dirigir al secretario de la Embajada en París y amigo, Luis Álvarez Santullano, y que durante un año y medio ha estudiado la sobrina nieta del poeta, Mercedes de Lecea. “Hay una conexión en esas cartas que permite aproximarse a lo que él estaba pensando”, explica De Lecea a este diario. “En aquellos días su preocupación esencial, el motivo esencial de sus pensamientos era su futuro, esa incertidumbre por su familia, de la que se sentía responsable, es la que ocupa su cabeza”, subraya.
Y en ese pequeño puñado de cartas —muchas, no obstante, en poco más de tres semanas― De Lecea ha podido descubrir que su destino no era la Unión Soviética, como hasta ahora parecía ser la conclusión oficial, por encontrarse allí sus sobrinas, sino Cambridge, en el Reino Unido. “Él nunca llegó a recibir la información oficial por parte de la Universidad, pero Santullano en su última carta comunicó que le iba a llegar la propuesta”, explica la sobrina nieta de Machado. “Es entonces cuando él decide permanecer en Colliure y no atender a otra invitación previa para trasladarse a Toulouse”.
Esa intención se manifiesta en el borrador de la última carta que estaba escribiendo Machado. “Quizás sea oportuno desechar la idea de la URSS”, cuenta De Lecea que le escribe el poeta al diplomático. En el curso de esa misiva hace referencia a otras dos cartas que recibió de alguien de Toulouse y de una visita en la que se llegó a tratar la posibilidad de instalarse en un albergue de la ciudad francesa. “Recibo en este momento una carta suya del 18 en la que me habla de esa propuesta que sí me va a llegar de ese mecenas generoso, con lo cual, lo que cabe es permanecer aquí, que, por otra parte, con este catarro que tengo estos días, no hubiera podido moverme”, reconoce, de una manera tristemente premonitoria, Machado en su epístola.
“Él mismo hace un recorrido de cómo fue su estancia de Colliure y eso es lo que yo intento reconstruir”, explica De Lecea. Esa veintena de cartas estuvieron 80 años entre todo el material de los hermanos Machado que José se llevó a Chile. Solo después de su muerte y de la de su mujer, se pudo acceder a ese último epistolario y a otros muchos documentos y escritos, entre ellos la última obra de teatro que estaban escribiendo Antonio y Manuel Machado antes de que estallara la Guerra Civil, La diosa Razón. Es precisamente en unas jornadas que sobre los hermanos Machado en torno a este manuscrito que organiza este miércoles y este jueves la Fundación Unicaja en Sevilla, donde Lecea pondrá en valor la importancia de esas cartas.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.