El mundo se recuperará del batacazo económico de la pandemia de una forma más lenta de lo previsto. Entre otras cosas, porque no ha podido salir del bucle de oleadas de contagios desde que en enero de 2020 una misteriosa neumonía se cobrara la primera muerte en la ciudad china de Wuhan. La variante ómicron, que ha sacudido con especial fuerza a Europa, enfriará en medio punto el rebote anunciado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a escala global, que será del 4,4% en 2022 y del 3,8% en 2023.
Georgieva expuso de forma muy gráfica el pasado viernes en el Foro Económico Mundial que los mercados globales se enfrentan a una “carrera de obstáculos”. En su informe de enero de Perspectivas de la Economía Mundial, el FMI pone negro sobre blanco a casi todos esos peligros. El mayor de ellos sigue siendo el coronavirus, que considera que solo podrá ser amansado si se elevan las tasas de vacunación en los países en desarrollo y se generaliza el acceso a terapias efectivas. “La economía mundial entra en 2022 en una posición más débil de lo esperado”, arranca con claridad el documento presentado este martes.
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El informe señala que el mundo, en general, arrastra dificultades de otros años y trae otras nuevas. Entre estas últimas, están los nuevos riesgos geopolíticos. El FMI cita los de Europa del Este, en referencia al conflicto de Ucrania, con consecuencias en el mercado energético y que, de entrada, ha aportado una enorme volatilidad en los mercados financieros. Sin embargo, la institución señala que seguirá habiendo disrupciones en la cadena global de suministros, entre otras cosas por la política de “tolerancia cero” a la covid por parte de las autoridades chinas y los problemas de distribución, que seguirán manteniendo embalsada una parte de la demanda. Todo ese cóctel hará que la tasa de inflación se instale en la economía, en especial la norteamericana, más tiempo de lo que se esperaba.
El FMI estima que el alza de precios será del 3,9% en las economías avanzadas y del 5,9% en los mercados emergentes y los países en desarrollo. La inflación se irá moderando para descender en 2023, siempre que la virulencia del coronavirus vaya aliviándose, las cadenas de suministro engrasándose, la demanda equilibrándose y los bancos centrales endurezcan su política monetaria para poner los precios a raya. De nuevo, hay multitud de riesgos que pueden hacer que la inflación sea un problema de serio. La institución mira a Estados Unidos. Allí, dice, “la historia es diferente: una fuerte bajada del desempleo ha sido acompañada de un boyante crecimiento de los salarios”. “Además, los trabajadores que abandonaros profesiones de servicios en persona (por ejemplo, el ocio y la hostelería) durante la pandemia pueden no estar dispuestos a regresar”, agrega el documento. Esa falta de mano de obra en varias industrias, concluye el documento, puede hacer volar la inflación.
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