El Gobierno de Boris Johnson se aferra desesperadamente a los planes de relajación del confinamiento que esbozó a principios de año, que han comenzado a devolver a los británicos una anhelada libertad de movimientos. La irrupción en varias zonas de Inglaterra de la llamada variante india del virus amenaza sin embargo con la posibilidad de que Downing Street se vea obligado a echar el freno en la desescalada, para evitar una nueva crisis sanitaria. El número de casos confirmados de enfermos por covid-19 a consecuencia de la nueva mutación ha aumentado en un 160% durante la última semana. De jueves a jueves, según datos de Public Health England (PHE, en sus siglas en inglés), el organismo que gestiona la sanidad pública en Inglaterra, la cifra de enfermos por la nueva variante B.1.617.2, localizada originariamente en el subcontinente indio, ha saltado bruscamente de 1.313 casos a 3.424.
El Gobierno de Johnson mantiene oficialmente su empeño en regresar a la plena normalidad el día 21 de junio, la fecha en la que está previsto que comience la cuarta y última fase de la desescalada. Un portavoz de Downing Street, sin embargo, ha admitido este jueves que todos los planes son revisables: “La variante identificada en India puede suponer una seria alteración del progreso en curso, y hacer que sea más difícil alcanzar la fase 4. Tomaremos las decisiones con base a los últimos datos científicos, y hacerlo con el tiempo necesario antes de dar a conocer la decisión”.
Los británicos han comenzado ya a regresar a las tiendas, bares y restaurantes que han permanecido cerrados durante cuatro meses, y el Gobierno de Johnson se enfrentaría a una seria revuelta si echara marcha atrás en sus planes de liberación. “¿Cuándo asumirá este Gobierno un mínimo riesgo y permitirá a la gente reanudar sus vidas?”, desafió Huw Merriman, el diputado conservador que preside la comisión parlamentaria de Transportes, al ministro de Sanidad, Matt Hancock, durante su comparecencia del pasado lunes ante la Cámara de los Comunes.
Algunos científicos, como Paul Hunter, profesor de Medicina en la Universidad de East Anglia, han asegurado que la mutación lleva camino de sobrepasar a la variante de Kent, conocida en el resto del mundo como la variante británica, que fue la principal causante de la fuerte virulencia de la última ola del Reino Unido. Según los datos manejados por Christina Pagel, directora de la Unidad de Investigación Clínica de la University College London, un 30% de las muestras del virus recogidas por toda Inglaterra hasta el 8 de mayo respondían a la nueva variante. “La mayoría de casos siguen siendo predominantes en la región del noroeste de Inglaterra, particularmente en Bolton, pero también en zonas de Londres. Y estamos comenzando a observar nuevos estallidos en otras regiones del país”, ha comunicado PHE.
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