Hace unos meses se desenterró en Chile una historia que había sido olvidada por muchos años, respecto a un trágico incendio ocurrido en una iglesia del siglo XIX que cobró la vida de más de 2000 mujeres.
Algunos historiadores han considerado este hecho como el “Titanic de Chile” por la cantidad de víctimas que dejó, pero lo cierto es que esta tragedia ha pasado desapercibida por mucho tiempo.
El incendio ocurrió en la madrugada del 8 de diciembre de 1863, en la iglesia de la Compañía de Jesús de Santiago de Chile, durante la celebración de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Se estima que había unos 5000 fieles en la iglesia en ese momento, la mayoría mujeres.
El fuego se originó en un altar cercano a una de las salidas de la iglesia, lo que causó una estampida que impidió que muchas mujeres pudieran escapar. Además, la falta de medidas de seguridad y la cerrada estructura de la iglesia, que contaba con pocas ventanas, empeoraron la situación.
Pero, ¿cómo es que esta historia ha sido tan poco conocida? Según algunos historiadores, la razón está ligada a la fuerte presencia que tenía la Iglesia Católica en esa época en Chile, y que pudo haber sido responsable de minimizar la tragedia para no manchar su imagen.
Además, muchos de los cuerpos de las víctimas fueron entregados a sus familias sin ser identificados, y fueron enterrados en fosas comunes sin mayor ceremonia. Esto hizo que sea difícil rastrear y documentar lo sucedido.
A pesar de esto, diferentes organizaciones y personas han iniciado una campaña para recordar esta tragedia y honrar la memoria de las víctimas. Incluso han surgido versiones que indican que algunas de las mujeres fallecidas eran esclavas traídas desde Perú por la Iglesia.
Sin duda, esta historia deja en evidencia la importancia de recordar el pasado para construir un futuro mejor y evitar que estos hechos se repitan en el futuro. La memoria genética de una población ha sido una de las características que ha definido al ser humano, paradójicamente a través del olvido. Pero recordando podemos aprender, sanar y honrar a aquellos que ya no están.
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