Georg Gänswein, el hombre que guarda los secretos y la intimidad de Joseph Ratzinger en los últimos 20 años. Este jueves publica un libro donde revela vivencias entorno al pontífice emérito en los últimos años. También con el papa Francisco, con quien no oculta que tuvo una mala relación y con quien se sintió decepcionado cuando le cesó de sus funciones.
Francisco y Gänswein nunca mantuvieron una gran sintonía. Pero la publicación del libro, que el secretario de Benedicto XVI tenía ya listo en la imprenta a la espera de la muerte de quien fue su padre espiritual durante dos décadas, habría empeorado las cosas. “Os pido que hagamos un esfuerzo para no chismorrear. El chismorreo es una peste más fea que el covid, peor. Hagamos un esfuerzo, nada de habladurías, nada”, insistió Francisco el domingo.
Gänswein, de tendencia conservadora, lamenta también en una obra que apunta a bestseller el uso partidista que se ha hecho de los dos papas por parte de las facciones tradicionalistas y progresistas de la Iglesia. El problema, según él, no fue tanto la existencia de dos pontífices, como “el nacimiento y desarrollo de dos grupos de partidarios, pues con el paso del tiempo se vio que hay dos visiones de la Iglesia. Y estos dos grupos han creado una tensión que ha tenido eco en quienes no eran conscientes de las dinámicas eclesiales”.
Georg Gänswein será castigado
La relación con Francisco, se supone, comenzó a ser mala cuando el Papa lo convirtió en una “prefecto disminuido” a su llegada al pontificado. Gänswein había sido el prefecto de la Casa Pontificia durante el reinado de Benedicto XVI, pero Bergoglio no quiso que continuase ejerciendo esa labor. “Me miró con expresión seria y dijo por sorpresa: ‘A partir de ahora quédese en casa. Acompañe a Benedicto, que lo necesita, y haga de escudo’. Me quedé muy impactado y sin palabras. Cuando intenté replicar, él cerró la conversación: ‘Usted seguirá siendo prefecto, pero desde mañana no vuelve al trabajo”. Gänswein, cuenta en el libro, respondió que no compartía la decisión, pero que la acataba obedientemente. Luego, volvió al monasterio, y se lo contó a Benedicto XVI. “Parece que el Papa no se fía ya de mí y quiere que usted sea mi custodio”, le contestó Raztinger a Gänswein, según lo que publica ahora.
La cuestión ahora es si el secretario de Ratzinger será castigado o se le proporcionará una salida honrosa por los servicios prestados estos años. De momento, su encuentro con Francisco se produjo en calidad todavía de prefecto de la Casa Pontifica. Y no hay noticia de su destitución. Su regreso a Alemania no parece tampoco probable. El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, ya lo dio a entender: “Depende del interesado directo y de quién toma estas decisiones en la curia vaticana”.
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