Colgando balones y colgado de Vinicius, el Madrid todavía fue capaz de rascar un empate cuando ya se veía en el fango. Se había quedado sin Benzema, que se marchó con problemas físicos a la hora de partido tras fallar un penalti, perdía 0-2 a falta de ocho minutos y su fútbol se había extinguido. Sin embargo, la segunda pena máxima de la tarde, por mano de Pere Milla, lo devolvió a la acción y, en la clásica emboscada final del Bernabéu, la hiperactividad del extremo brasileño le llevó a conectar por el aire con su compatriota Militão para amargar sobre la campana a un estimable Elche que no pierde en el torneo casero desde mediados de diciembre en el Camp Nou. El gran despliegue de Lucas Boyé, Edgar Badía y el buen cuajo general durante casi toda la segunda mitad quedó minimizado a un punto.
Para los blancos, un mal menor porque mantienen la distancia de cuatro puntos con el Sevilla, pero que evidencia otra vez sus dificultades contra los modestos. Se vio frenado ante el Elche como antes le ocurrió frente a Osasuna, Cádiz y Getafe. Al mejor Madrid de la tarde primero le negó Badía, un portero que lee libros de Física, y luego se negó a sí mismo, hasta que dio con una semiescapatoria en el último golpe de riñón.
La tarde la había ideado Carlo Ancelotti para un nuevo intento de rescate de Eden Hazard, autor del 1-2 en la remontada copera de hacía tres días. ¿Puede ser un buen día para que regrese al once?, le preguntaron en la previa al italiano, que devolvió su respuesta más lacónica en tiempos. “Sí, un buen día, ojalá sea un buen día”. La actuación del belga, más activo como mediapunta en la segunda mitad, dejó la frialdad habitual. Cuando el Madrid necesitó una cuerda que lo sacara del barro, los que se la tiraron fueron otros.
Courtois vestía de verde, pero nadie se enteró hasta que recogió el balón de la red en el minuto 42. Su colega de la otra costa, Edgar Badía, iba de azul y nadie fue ajeno a ese dato intrascendente porque no dejó de intervenir hasta el descanso. Sin hacer juegos malabares, el Madrid no tardó mucho en encontrar la fluidez para acosar al Elche y disponer de un buen puñado de oportunidades.
Hasta un penalti disfrutó Benzema, que lo tiró al primer anfiteatro, su primer error en una pena máxima con el Real Madrid tras 15 aciertos sin fallo. Casualmente, esa fue la única vez que no necesito la intervención del portero barcelonés en ese acto inicial para amargar a los blancos. En el resto de ocasiones, el menudo guardameta (1,80) se desplegó de todas las formas. A los diez minutos, dejó sin ángulo a Vinicius a un palmo de la puerta para cerrarle los espacios. Luego le sacó una a Benzema, a Casemiro, a un hiperactivo Mendy, de nuevo a Benzema, a Kroos en una estirada de postal a punto del intermedio…
Vacío tras el descanso
Al Madrid no le costaba generar ocasiones. Sin embargo, le fallaba el tino que se le supone a un grande en una jornada dominical de entretiempo ante un rival de la zona baja. Refugiado atrás, el acierto del Elche fue el que se espera del Madrid. Cuando ya Badía había tomado vuelo, Fidel, que había salido hacía un cuarto de hora, se estiró por la izquierda en medio del boquete en la defensa local, puso un buen centro y Lucas Boyé fulminó de cabeza a un Courtois que poco pudo decir, con Alaba y Militão sin respuesta.
Después de toda la descarga, la pausa vació al Madrid, que a la vuelta del vestuario perdió de vista a Badía. Salvo el penaltito a Hazard abortado por el VAR, a los muchachos de Ancelotti les costó 25 minutos volver a enfocar al meta rival. Entre Hazard, Modric y Mendy enhebraron una jugada que no definió Vinicius porque a su tiro le sobró potencia y le faltó colocación.
Los locales habían perdido el hilo al encuentro y se vieron en el barro a falta de un cuarto de hora. Lucas Boyé liquidó el 0-1, y abrió el 0-2 cuando burló a Alaba por el medio y conectó con Milla, que la puso perfecta en un disparo cruzado. Este domingo Courtois no pudo apuntarse ninguna parada salvadora. Llegó poco el Elche, pero definió de maravilla.
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