El clima de tensión es alto hoy en Perú. Una aguerrida y bien financiada campaña viene creándolo, de cara al balotaje del próximo 6 de junio entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori, en una de las elecciones presidenciales de perspectivas más sombrías en la región.
¿Hay una agresión “comunista” en Perú o riesgo de que “el comunismo” gane la elección como se pretende en esa campaña? No. Hay un proceso electoral complicado, sí, pero eso no es lo mismo que condiciones de cataclismo o de una “corea-del-norte-sudamericana” ad portas. Tres factores, que se alimentan recíprocamente, marcan las grandes tendencias sociales y políticas contemporáneas en el Perú y buena parte de América Latina. Ellos guardan enormes analogías con lo que ocurrió hace casi 100 años, con el crack de 1929 y sus efectos en el mundo y la región con los grandes cambios políticos y sociales que produjeron.
Primero, el agotamiento del llamado “modelo económico” y la generalización de la exigencia de cambio. Modelo que produjo crecimiento durante unos años, pero que se quedó corto en redistribución y atención a los derechos de la población a una salud y educación pública de calidad.
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