Samuel García llega a las tres y media de la tarde. Lleva una playera naranja con bandas negras que advierte “Defensa matona del voto”, en referencia al nombre del grupo de mujeres simpatizantes que el 6 de junio se encargarán de vigilar el proceso electoral en Nuevo León. Le acompañan su esposa, Mariana Rodríguez, y los candidatos locales de Movimiento Ciudadano. García, de 33 años, se dirige al escenario instalado en el estacionamiento de la Arena Monterrey, donde este domingo cerró la campaña que le ha convertido en la sensación política del Estado norteño y, en buena medida, de estas elecciones. El evento, un show de cinco horas con conciertos, reparto de propaganda y calcas en un circuito improvisado de coches, artistas de circo y, por supuesto, discursos y llamamientos al voto, resume el espíritu de las últimas semanas. Pero el efecto Samuel tiene más que ver con la representación de todo eso que con la disputa electoral en sí. Es decir, una vida retransmitida prácticamente en directo en las redes sociales como estrategia para, como suele repetir, “enterrar a la vieja política”.
Aspirante a la gubernatura de Nuevo León, una de las locomotoras económicas de México, García se lanzó a la primera línea en 2015 tras cursar estudios de Derecho y Finanzas. Primero, como diputado del Congreso local. Después, fue senador de la República por Movimiento Ciudadano y ahora busca pilotar el Estado que más representa una alternativa a los equilibrios del poder de Ciudad de México. Cuenta que cuando decidió dar el primer paso trataron de desanimarle. Le dijeron que su municipio, San Pedro Garza García, que concentra la mayor renta per cápita del país, era también el más panista. Lo mismo, asegura, escuchó cuando se postuló para senador. Que no iba a poder contra el PRI. Hoy ese partido y su aspirante, Adrián de la Garza, representan su principal rival, según los estudios de opinión. Esa pugna refleja también una visión irreconciliable de la política.
Los priístas lo llaman “estrella del rock” para descalificarle y subrayan su falta de experiencia mientras aseguran que, con De la Garza, no habrá sorpresas. “Todo va a estar bien”, reza su lema de campaña. García entró de lleno a la pelea y, al igual que Luis Donaldo Colosio, candidato a la alcaldía de Monterrey, lleva semanas advirtiendo preventivamente sobre posibles amaños de los comicios del próximo domingo. “Ni un voto al PRI ni un voto al PAN y a la vieja política”. Ese se ha convertido en su mantra, al igual que rechaza los intentos de sus adversarios de asimilarle a Morena. “Ni un voto a Morena, porque aquí en Nuevo León no es bienvenido”, remachó este domingo con su habitual retórica regionalista.
La proyección del aspirante de Movimiento Ciudadano, que en los últimos días ha estado acompañado por el coordinador de la formación, Clemente Castañeda, se debe en primer lugar a su omnipresencia en las redes sociales. Eso, en realidad, no basta. Los selfies interminables con simpatizantes, como se ve en cada uno de sus eventos, y las historias de Instagram no son en sí ninguna novedad, forman parte hace años de la rutina de cualquier figura pública. Pero todo cambia cuando hay un guion detrás.
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