El pueblo de Boca Chica, en la punta más al sur de Texas (Estados Unidos), ha cambiado rápidamente en los últimos meses. En el exterior de unas 30 casas de esta pequeña localidad costera junto al golfo de México hay aparcadas inconfundibles caravanas Airstream. Sus cubiertas de aluminio pulido les dan una apariencia de cápsulas espaciales. La presencia de estos vehículos revela la nueva población de esta región cerca de la frontera con México: los ingenieros y trabajadores de la planta de SpaceX, la compañía de Elon Musk, que busca realizar la primera misión terrestre a Marte.
Las imágenes de la rápida transformación de Boca Chica son cada vez más escasas. La compañía de Musk ha adquirido varias hectáreas de tierra y se hace cargo de la vigilancia y la seguridad en la zona, donde proyecta crear una ciudad que llamará Starbase. Los curiosos y periodistas atraídos por el despliegue son invitados a abandonar la propiedad privada. El experimento de SpaceX, la compañía de Musk, en Texas se ha convertido en el referente más avanzado de una idea que se reproduce en otras partes de Estados Unidos. Empresarios multimillonarios vinculados a grandes tecnológicas o al entorno de Silicon Valley están desvelando sus planes para las ciudades del futuro: urbes privadas, regidas por normas propias.
Tim Cook, el consejero delegado de Apple, anunció a finales de abril una inversión de más de 400.000 millones de dólares (unos 327.000 millones de euros) para acelerar la recuperación económica. Más de 1.000 millones irán destinados a construir un campus en Carolina del Norte, al sureste del país, que creará 3.000 empleos del alta capacitación. La instalación se suma al segundo campamento que la compañía construye en Austin (Texas), que en 2022 estará listo para albergar a 5.000 empleados en un terreno de 53 hectáreas en una primera etapa. Después podrá ampliarse hasta las 15.000 personas.
Los analistas han advertido sobre la posibilidad de que los magnates de las tecnológicas se interesen ahora en la planificación urbana. “Francamente, muchos de estos proyectos no tienen interés alguno en la experiencia urbana. El principal interés es el gobierno, particularmente las variantes más libertarias del estilo de gobernar que buscan deshacerse de la mayor cantidad de regulación”, señala Greg Lindsay, director de investigación de New Cities, una organización enfocada al urbanismo, planificación y sostenibilidad.
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