Con cada kilómetro recorrido en el Maratón de la Ciudad de México, los participantes se enfrentan no solo a un reto físico monumental, sino también a una travesía llena de sorpresas y emociones. Este evento, emblemático y desafiante, se lleva a cabo en un entorno único, a más de 2 mil metros sobre el nivel del mar, lo que añade una capa adicional de dificultad a la ya exigente prueba.
Desde la salida del maratón, se respira un ambiente de determinación y valentía. Rocío Mérida, quien asistió para animar a su hija, expresó su orgullo por la valentía de los maratonistas: “Un maratón es solo para valientes. Cualquier persona que se atreve a correrlo tiene unas agallas tremendas”. Este espíritu de lucha se refleja en cada uno de los participantes que vienen no solo de diferentes rincones de México, sino también del extranjero.
Uno de los corredores, el rarámuri Silverio Ramírez, compartió su experiencia al finalizar la prueba: “Me dolía la cintura, pero estoy contento, no gasté ni un peso para venir, les agradezco a los organizadores por el apoyo”. Este tipo de testimonios resalta el sentido de comunidad y apoyo mutuo entre los corredores y la organización del evento.
El maratón se acompaña de un ambiente festivo; la presencia de personajes disfrazados como superhéroes y mitos de la lucha libre añade un toque de singularidad, haciendo del recorrido una celebración no solo del deporte, sino también de la cultura popular. A medida que los corredores avanzan, el aliento del público se convierte en un impulso motivacional; gritos como “¡Sí se puede!” y “¡No se rindan!” resuenan por las calles, brindando un aliento adicional en los momentos más exigentes.
Conforme se acerca la meta, el dolor se hace más presente. Algunos competidores sufren calambres, mientras que otros cruzan la línea de llegada con sonrisas de satisfacción. Un ejemplo conmovedor es el de Héctor Alejandro Juárez, quien a pesar de haber sufrido un accidente y haber tenido que superar muchas adversidades, completó su sexto maratón consecutivo: “Cuando hay terquedad y tenacidad, consigues estas cosas. La creencia en Cristo es más fuerte que nada”, afirmó con un espíritu inspirador luego de experimentar una vez más la alegría de completar su recorrido.
El Maratón de la Ciudad de México no solo es una prueba de resistencia física, sino también un testimonio de determinación, comunidad y la indomable voluntad humana. Con cada edición, el evento no deja de enamorar y sorprender tanto a corredores como a espectadores, convirtiéndose en una tradición que sigue cosechando historias de superación y valentía.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.