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La guerra en Colombia ha dejado múltiples heridas sociales que aún no hemos logrado sanar. Sin embargo, desde comités comunitarios, juntas comunales u organizaciones sin ánimo de lucro se ha buscado atender algunas de ellas y, lo que es más, se busca también reparar el tejido social enfermo que ha dejado el conflicto. Son las comunidades quienes toman la batuta en estos procesos, llegando a lugares a los que no llega el Estado. Pero, ¿qué es la justicia transicional?, ¿por qué podemos ver en ella una apuesta hacia una justicia duradera?
Uno de los puntos más importantes que tiene es el interés por descentralizarla. En vez de que los procesos se desarrollen desde espacios gubernamentales, desde los jueces y los abogados, se pretende tener a en cuenta la voz de las víctimas y de los activistas. Pese a que el activismo es leído como poco confiable por la justicia tradicional, incluso como peligroso, en la transicional se aprecian y procuran las voces de lideresas y líderes comunitarios. En esta aclamada estrategia, se plantean reparaciones desde el inicio, le da al enfoque de género una relevancia ejemplar y hay un claro deseo por abordar el pasado en aras de que víctimas y victimarios se recuperen del trauma.
A raíz del reconocimiento de la gravedad que representa para Colombia el olvido y la perpetua estigmatización de los diferentes agentes del conflicto armado más extenso de Sudamérica, Columna Digital se ha empeñado en establecer una debida investigación sobre los hechos y contextos. La meta de construir una dialógica de la verdad nació con la firma del Proceso paz Colombia.
Daniela Escallón Vicaría, abogada especialista en psicología jurídica y socia fundadora de la Asociación Colombiana de Justicia Terapéutica, explicó para el podcast Innova Pública que la jurisdicción especial para la paz es el primer modelo del modelo restaurativo en el mundo que se enmarca en la justicia transicional, y del que se impone un deber constitucional: “Las normas jurídicas que crean y que rigen el sistema integral de verdad, reparación y no repetición tienen un principio rector que se llama justicia restaurativa”.
El fin último de este modelo es restaurar la propia justicia. Si bien lo transicional se preocupa en una primera estancia por investigar y recoger datos sobre los múltiples acontecimientos que tuvieron lugar en el marco del conflicto armado, no es su única tarea; como repositorio de información, lo transicional cumple con el relevante qué hacer de construir memoria que da paso a su vez a pasos imperdibles para encontrar la restitución de derechos: el reconocimiento del crimen, la voluntad de reparar y el camino para volver a pertenecer.
El pasado 17 de noviembre, se celebró un evento de la fundación Bsocial, Impunity Watch y la Universidad Javeriana de Bogotá sobre el liderazgo de las mujeres. En el conversatorio, PAZos de resistencia y esperanza, lideresas de la Red de mujeres víctimas y profesionales (RMVP), Arrópame con tu esperanza, Memorias Colombia y Asociación de mujeres rurales víctimas del Vichada (ASMURVI) explicaron cómo esta apuesta ha cobijado a las comunidades y víctimas, pero también señalaron sus fallas y limitaciones.
Pensar en la sostenibilidad de los mecanismos de justicia que usamos en nuestras sociedades es fundamental. No es solo que el sistema carcelario está colapsado, también se trata de pensar que hay nuevas maneras de mirar acciones que han sido criminalizadas por años, como el consumo y porte de marihuana. Es comprender que el aumento de condenas no tiene una repercusión ni estadística, ni cultural, ni social que indique que la manera correcta de hacer justicia es a través de lo penal. Al contrario, la justicia penal se limita a hacer cumplir con el castigo y, para nuestro pesar, es deficiente a la hora de implementar reparaciones y al momento de pensar en la reinserción social.
Una de las formas más contundentes de diferenciar los delitos entre lo penal y lo transicional es observar que el contexto tiene un impacto innegable en cómo se asientan y agravan los conflictos y cómo se pueden resolver. Un ejemplo de esto, fue mencionado en el evento de PAZos de resistencia y esperanza cuando se reiteró lo esencial que es entender el rol de las economías en mantener la paz en los territorios: la paz no puede ser sostenible sin un enfoque económico, donde no hay recursos: donde hay hambre, habrá guerra. En este otro escenario no se pone ni al crimen ni a quien lo cometió bajo la lupa, lo que se analiza con más escrutinio son los contextos que conducen a ciertos resultados, incluso si éstos son trágicos. El liderazgo de las comunidades ha permitido el reconocimiento de la urgencia por abordar la justicia a través de caminos poco comunes, donde no necesariamente se cortan lazos, sino que se estrechan. Una de las lideresas del encuentro afirmó: “El trabajo colectivo hace que haya esperanza”.
Así como ellas están dispuestas a trabajar con su comunidad para llevar a cabo prácticas de sanación que tienen en cuenta a quienes han sido sus victimarios, también siguen siendo críticas de los procesos de paz y advierten que el involucramiento de toda la sociedad será, al final, el paso correcto para que se llegue a una paz sostenible. Si bien las instituciones educativas privadas y públicas y las organizaciones sin ánimo de lucro hacen y han hecho un esfuerzo por servir de plataforma para ampliar o sostener diálogos inescapables entre los diferentes agentes del conflicto, faltan más y mejores compromisos estatales. “Mientras el Estado cierra los ojos y olvida, las víctimas cerramos los ojos y recordamos”, dijo el pasado 17 de noviembre una lideresa de la organización Arrópame con tu esperanza.
La justicia transicional es un claro esfuerzo por darle a la paz y la restauración del tejido social una oportunidad concreta. Por supuesto, es un sistema que ha sido elaborado desde la informalidad y desde la autogestión, de manera que institucionalizarlo y mantenerlo sigue requiriendo de estrategias diferenciales y, principalmente, de una correcta socialización. No se puede obviar lo relevante que es que todas las personas comprendan que la justicia puede ser impartida desde la comunidad y por medio de múltiples tácticas, entendiendo con esto que esta también está en un período de construcción y, por ende, es un gran laboratorio que se ha puesto como meta de oro alcanzar la paz de una forma que sea duradera y humana.
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