La pandemia ha dejado más de 120 millones nuevos pobres en el mundo. Sin embargo, los multimillonarios se han enriquecido como nunca antes. La fortuna de Elon Musk (Tesla) asciende a 230.000 millones de dólares y la de Jeff Bezos (Amazon), llega a 190.000 millones. Existen otros 2.500 superricos en el mundo cuyas fortunas superan los mil millones de dólares. Si bien muchos de ellos han aumentado sus contribuciones a actividades solidarias, se les pide un mayor compromiso para ayudar a resolver el hambre, la pobreza y las crisis humanitarias que afectan a miles de millones de personas.
Los superricos no se esconden, pero cuestionan la eficiencia y transparencia de los gobiernos y las organizaciones de cooperación para abordar estas cuestiones. En un intercambio vía Twitter, el jefe del programa de alimentos de la ONU (PMA), David Beasley, invitó a Elon Musk a donar 6.000 millones de dólares para terminar con las hambrunas. El dueño de Tesla, rápidamente replicó que así lo haría si la ONU desarrolla un plan detallado de cómo se utilizaría ese dinero. En pocos días, el PMA hizo circular un plan para asistir a 42 millones de personas en riesgo inminente de hambruna en 43 países y extendió el pedido a todos los multimillonarios. Beasley enfatizó que la suma requerida equivale solamente al 0,36% de sus patrimonios.
Millones de personas pasan hambre todos los días en el mundo
Si bien existe comida suficiente en el mundo para alimentar a toda su población, unas 800 millones de personas pasan hambre y 300 millones se encuentran en riesgo de padecer hambrunas graves. En un futuro no muy lejano, la escasez de alimentos puede hacerse realidad a causa del cambio climático. En la actualidad, el hambre es la consecuencia de conflictos, corrupción, desigualdad y pobreza. La mayoría de las personas que la sufre se concentra en unos pocos Estados: Afganistán, Etiopía, Haití, Congo, Sudán del Sur, Yemen o Siria. Se trata de países en conflicto, con índices de desarrollo muy bajo o con graves crisis institucionales.
Erradicar el hambre no es solo una cuestión de dinero. Esto lo saben tanto los multimillonarios como los actores humanitarios. La financiación solicitada por el PMA es indispensable para aliviar a aquellos en las fases de desnutrición más severas. Pero una solución de fondo necesitará un compromiso de los gobiernos y organizaciones involucradas en la construcción de la paz, desarrollo sostenible y la transparencia institucional. Eliminar el hambre mundial es una de las metas de la agenda 2030 que cada vez estamos más lejos de alcanzar.
La financiación es indispensable para aliviar a aquellos en las fases de desnutrición más severas, pero una solución de fondo necesitará un compromiso de los gobiernos y organizaciones involucradas
Que unos pocos concentren tanta riqueza en un mundo con tantas necesidades y sufrimiento resulta difícil de asimilar. Sobre todo, con un sistema humanitario colapsado donde las necesidades crecen más rápido que los recursos para hacerles frente. Se necesita una nueva generación de donantes, pero también, de gerentes para que los “fundamentales” de la cooperación y de la ayuda humanitaria sean atractivos para los inversores. Aquellos que han cosechado éxitos remarcables en el sector privado, además de financiación, podrían aportar innovación, mejor gestión y nuevas soluciones para estos problemas.
El sistema de ayuda internacional ya ha adoptado con relativo éxito modelos de financiación empleados en el sector privado como bonos de desastres, micro-seguros, préstamos, vouchers o transferencias de efectivo. El involucramiento de estos multimillonarios podría profundizar, por ejemplo, en una transformación tecnológica en el sector, optimizando recursos y procesos.
Soluciones prácticas contra el hambre
Por otra parte, la relación entre donantes institucionales y países en desarrollo, ONG o agencias de la ONU ha ido madurando durante años y se han establecido buenas prácticas, sistemas de control, rendición de cuentas y escrutinio. La incorporación de multimillonarios como donantes debería seguir estos principios y evitar que las contribuciones sean acciones aisladas o que incluyan condicionamientos sin sentido.
No sabemos si finalmente Musk u otros ricos asumirán el compromiso que se les pide. Tampoco debemos simplificar los problemas y pensar que se solucionarán con dinero. El hambre, la pobreza, las migraciones y otras situaciones de urgencia tienen sus raíces en cuestiones complejas de larga data, falta de infraestructura, corrupción estructural y desigualdades, exacerbadas ahora también por el cambio climático y la pandemia. Hacer frente a estos desafíos requerirá de financiación, pero principalmente de replantear el abordaje de estas cuestiones y volviendo cada vez más eficiente y transparente a los gobiernos y organizaciones encargadas de llevar a cabo estos programas.
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