Joe Biden tiró este miércoles de pragmatismo e indicó se plantea trocear su gran programa de gasto social, un paquete legislativo que supone la mayor expansión del Estado de Bienestar en medio siglo, con el fin de desencallar la aprobación en el Congreso de al menos algunas partes importantes del plan. El presidente de Estados Unidos explicó esta nueva estrategia durante una larga -y poco frecuente- rueda de prensa para hacer balance de su primer año de Gobierno, del que se cumple el primer aniversario este jueves y al que llega en medio de una preocupante crisis de popularidad.
“Creo que podemos dividir el paquete, conseguir que se apruebe tanto como podamos ahora, y volver a luchar por el resto más tarde”, apuntó Biden. El senador demócrata, Joe Manchin, ha bloqueado la aprobación del proyecto legislativo bautizado Build back better por su desacuerdo en elementos como el permiso de maternidad pagado de cuatro semanas, pero el presidente confía en su apoyo a medidas como la guardería pública universal o medidas medioambientales (ya previamente descafeinadas).
El mandatario, de 79 años, respondió a preguntas durante más de hora y media en la que es solo su segunda rueda de prensa en solitario en la Casa Blanca. Se le notaba con ganas de hablar y de retomar la iniciativa del relato en un momento en el que se acusa de haber prometido más de lo que podía cumplir, de haber impulsado un paquete de leyes demasiado ambicioso para la frágil mayoría de los demócratas en el Congreso. Biden defendió su primer año en la Casa Blanca, repasó la buena marcha de los indicadores económicos, al margen de la inflación, y éxitos legislativos como el primer gran paquete de estímulos o el multimillonario plan de infraestructuras, el mayor en décadas.
Acto seguido, culpó al bloqueo de los republicanos el parón del resto su agenda política, como la ley de voto o la reforma migratoria. “No prometí demasiadas cosas”, señaló, “es realista”, insistió, y, en referencia a los conservadores, añadió: “No anticipé que iba a haber tanto esfuerzo por conseguir que el presidente Biden no hiciese nada”. “¿Qué defienden los republicanos? ¿Qué quieren? ¿Qué piensan sobre Ucrania? ¿Cuál es su agenda?”, planteó de forma retórica, acusándoles de no tener otro programa.
Biden atribuyó este bloqueo a la coacción de Donald Trump sobre su propio partido. “He hablado con republicanos que están de acuerdo en asuntos que les propongo, pero me dicen que no pueden apoyarlo porque perderían las primarias”, señaló. “¿Alguna vez se imaginaron que un solo hombre, fuera del cargo, podría intimidar a un partido entero?”, recalcó.
Preguntando sobre si estaba tratando de orientar “tan a la izquierda” al país con sus políticas, respondió: “No, yo no soy Bernie Sanders, yo no soy socialista”. Pero hay que asegurar, señaló, de que los estadounidenses tienen dinero suficiente para combatir la pandemia y mantener la economía. Sobre los riesgos inflacionarios, consideró “apropiado” que la Reserva Federal revise su política monetaria para rebajar el calentamiento de los precios. Sí admitió algunos errores en la gestión de la pandemia, como la tardanza en lanzar una estrategia masiva de pruebas.
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Respecto a Ucrania, el riesgo geopolítico más inminente, advirtió de que será un “desastre” para Rusia si invade este país. “No ha visto nunca sanciones como las que he prometido que se impondrán si se mueve”, dijo, si bien envío señales confusas sobre lo que considera moverse al apuntar: “una cosa es una incursión menor y acabemos discutiendo [entre aliados] cómo responder, pero si hacen lo que son capaces de hacer con una gran fuerza en la frontera, va a ser un desastre para Rusia”.
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