Wembley ya no es el mismo estadio que coronó al Barça campeón de Europa en 1992. La Sampdoria de hoy nada tiene que ver con aquel equipo que perdió la final con los azulgrana después de ganar el scudetto en 1991. Y el juego de la Italia del Europeo tampoco se parece al de la selección que compitió en el Mundial que organizó en 1990. Hay, sin embargo, un nexo entre la Azzurra, la Sampdoria y Wembley. El cuerpo técnico de Italia, la selección que este sábado se enfrenta a Austria en Londres, está integrado por exjugadores de la Samp, tres de los cuales se alinearon ante los barcelonistas el 20 de mayo de 1992 en Wembley: el seleccionador, Roberto Mancini, el jefe de expedición, Gianluca Vialli, y el segundo entrenador, Attilio Lombardo.
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El staff incluye también como ayudantes a Fausto Salsano y Giulio Nuciari, al preparador de porteros Massimo Battara y Alberico Evani, mano derecha de Mancini. Todos han sido blucerchiati y algunos no perdieron su vínculo con Mancini cuando fue técnico del Manchester City, Galatasaray y Zenit después de su paso por Fiorentina, Lazio e Inter. El punto de partida siempre es la Sampdoria, al que el empresario petrolero Paolo Mantovani le dio vuelo hasta alcanzar la meta de Londres.
Mantovani se las tuvo tiesas con Silvio Berlusconi, el patrón del Milan, y también con Massimo Moratti, el dueño del Inter, después de reclutar a Mancini del Bolonia y a Vialli del Cremonese. A ambos se les conocía como “los gemelos” de una Samp que, en épocas distintas, fichó a Pagliuca, Mannini o Vierchowod y a extranjeros de la talla de Brady, Trevor Francis, Souness, Cerezo o Víctor Muñoz —hasta Luisito Suárez tuvo sus años de gloria en el club (1970-1973)—. Los éxitos llegaron en la década de los ochenta e inicios de los noventa, especialmente cuando en el banquillo se sentó Vujadin Boskov. El botín fue extraordinario para un club especialmente querido en Italia.