El Real Madrid era un equipo de baloncesto que se ha convertido en un enigma psicológico. El ciclotímico conjunto de Laso buscaba ante el Bayern sellar el segundo puesto de la fase regular de la Euroliga, pero acabó protagonizando un naufragio inexplicable. El más inaudito de los muchos que acumula en dos meses y medio calamitosos. Los blancos ganaban por 20 puntos en el minuto 24 (61-41) y por 19 cinco más tarde (75-56). Lo que vino a continuación fue un hundimiento inconcebible. El Bayern logró un parcial de 13-38 y se llevó el triunfo del WiZink Center (88-97).
El Madrid se quedó con la cuarta plaza en la clasificación (que le da ventaja de campo en la eliminatoria de cuartos), pero sumido en la mayor crisis de identidad, juego y resultados de la era Laso; con el silencio atronador del Palacio como eco de sus tribulaciones (15 derrotas en los últimos 26 partidos). La victoria del Estrella Roja ante el Efes (93-85) deja abierto quién será el rival del Madrid en cuartos hasta el próximo miércoles, cuando el Maccabi cerrará en Tel Aviv la fase regular. Si el Maccabi vence al Fenerbahçe será quinto y se enfrentará los blancos. Si el Maccabi pierde, el rival del Madrid en el cruce será el Efes.
El equipo de Laso se jugaba ante el Bayern el presente inmediato, para aliviar congoja de una crisis galopante. El futuro a medio plazo, para ganarse un cruce menos escarpado ante el Mónaco que frente a Efes o Maccabi en cuartos. Y el horizonte definitivo para, en caso de llegar a la Final Four de Belgrado, hacerlo por el lado más abarcable del cuadro, evitando al Barça hasta una hipotética final. Todas las cuentas se les derrumbaron a los blancos, que acabaron con el rostro demudado y el alma secuestrada por las dudas. El argumento fue el más extraño y sorprendente de todos los posibles. Los parroquianos del Palacio desfilaron atónitos, sin fuerzas ni siquiera para proyectar su desencanto sobre un equipo que dejaron de reconocer progresivamente este año hasta resultarles ahora un enigma insondable.
Valía por tres el partido ante los alemanes y se aplicaron los de Laso en afrontarlo con máxima concentración desde los tacos de salida. Una carrerilla que comenzó con cinco triples madridistas en los primeros seis minutos, para desmentir el enésimo apagón anotador sufrido en Tenerife (59 puntos), y Tavares como mejor asistente. Heurtel se quedó fuera de la convocatoria, Williams-Goss no apareció hasta mediado el segundo cuarto, y Abalde ejerció de base en la puesta en escena para tensar la presión sobre un Bayern sostenido por Radosevic. El sexto triple del Madrid, de Randolph, en el primer balón que tocaba nada más incorporarse al partido, impulsó el primer demarraje de los blancos (27-17, m. 11). Y con el séptimo bingo desde el 6,75, esta vez de Taylor, el conjunto de Laso comenzó a sacudirse las dudas. Los interruptores parecían bien encendidos, pero le han saltado tantas veces los plomos a los blancos en los últimos meses que la siguiente batalla pasaba por vigilar el diferencial.
El flujo de corriente alterna y corriente continua osciló en ese tramo ante un Bayern que se movía a fogonazos. Randolph agrandó un punto más la hucha (31-20). La bajada de tensión fue esta vez de la defensa alemana. La percusión de triples del Madrid alcanzó el brillante balance de 12 de 20 a esas alturas (60%) y la escapada local fue fulgurante (49-30). Aún quedaba otro triple más de los locales antes de llegar al entreacto y lo embocó Causeur (52-34, m. 20). Desatado desde el perímetro (13 de 22 al descanso), el conjunto de Laso solo anotó canastas en juego desde el 6,75. Un total de ocho triples (Randolph, Taylor, Llull, Rudy, Deck, Williams-Goss, Abalde y Causeur) y cuatro tiros libres. Ni una canasta de dos.
Un tormenta que, sin embargo, no terminó de consolidar al Madrid ni de desmoralizar al Bayern. Haciendo la goma, el conjunto alemán, liderado por Sisko, Jaramaz, Thomas y Obst, amenazó varias veces por el retrovisor. Hasta ponerse a un palmo. Del 61-41 del minuto 24, al 63-52 tres más tarde. Y del 75-56 antes de entrar en la recta de meta, al 80-76 a falta de seis minutos. Ahí, tras un triple de Thomas, a los de Laso se les despertó definitivamente el miedo. La memoria de dos meses y medio calamitosos les dejó tiesos, paralizados. Radosevic con un mate y el propio Thomas, con su segundo triple, transformaron ese miedo en jindama y la embestida se llevó por delante al equipo blanco. Si el Barça y el Madrid superan sus respectivas eliminatorias se encontrarían en la semifinal de la Final Four, el 19 de mayo en Belgrado. El clásico que es seguro es el de este domingo en el Palau en la ACB. En el duelo de la primera vuelta en el Palacio, el 23 de enero, comenzó el calvario de un Madrid irreconocible.
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