Recientemente se ha descubierto que un algoritmo que se utilizaba para evaluar la peligrosidad de los presos catalanes no funciona de manera adecuada. Este sistema, utilizado por las autoridades españolas, no tiene una eficacia verificada y funciona de manera aleatoria.
De acuerdo con los informes, el algoritmo presenta graves problemas de inexatitud, lo que hace que las decisiones tomadas en base a él pueda ser cuestionables. Según especialistas, este tipo de herramientas no pueden ser utilizadas como única fuente de información en encarcelar a alguien.
Este caso abre una discusión acerca de la confiabilidad de la implementación de sistemas tecnológicos en procesos judiciales. La justicia no puede depender completamente de algoritmos ya que no es posible garantizar su seguridad de manera completa y eficiente.
La peligrosidad no debe ser un factor determinante para encarcelar a alguien, la decisión debe basarse en evaluaciones más adecuadas sobre la rehabilitación y re inserción del preso en la sociedad. Aunque un algoritmo puede ofrecer una solución rápida y sencilla, es necesario tener en cuenta que la evaluación de la peligrosidad de una persona es compleja y requiere de una revisión cuidadosa por un especialista en el tema.
En resumen, es importante beber de las reflexiones que nos arrojan estos hechos para tener en cuenta que la tecnología no siempre es la solución y que la evaluación de los delitos debe ser un proceso debatido y analizado cuidadosamente.
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