El pasado sábado 8 de octubre se inauguró en el Palacio Bonaparte de Roma una gran exposición que muestra, a través de 50 obras y numerosos relatos biográficos, la trágica historia y enorme sensibilidad de uno de los artistas más famosos de la historia, el pintor neerlandés Vincent Van Gogh.
La muestra, denominada “Van Gogh. Obras maestras del Museo Kroller-Muller”, permanecerá en la capital italiana hasta el 26 de marzo de 2023, año en el que se conmemorará el 170 aniversario del nacimiento del artista.
Francesca Villanti, una de las comisarias de la muestra, calificó esta muestra como “una gran oportunidad” ya que permite “descubrir a un artista maravilloso”.
“En una primera impresión no se entiende que es tan famoso, sin embargo a medida que lo observas, lo estudias o lees sus cartas entiendes porque es un pintor que a primera vista te entra en el alma”, defendió la comisaria.
La exposición se articula mediante un itinerario expositivo con un hilo cronológico que hace referencia a las épocas y lugares donde vivió el pintor, comenzando desde su país natal, Países Bajos, pasando por su estancia en diferentes ciudades francesas como París, Arles, hasta St. Remy y Auvers-Sur-Oise, donde finalmente murió.
Ahora la Ciudad Eterna ofrece la posibilidad de admirar algunos de sus cuadros más famosos, como su ‘Autorretrato’, ‘El sembrador’ (1888), ‘Jardín del hospital de Saint-Rémy’ y ‘Barranco de Les Peiroulets’ (ambos de 1889), o ‘En la puerta de la eternidad’ (1890), entre muchos otros.
Pero, además de mostrar también las famosas ‘Cartas’ a su hermano Theo van Gogh, cuenta con una sala inmersiva donde el visitante se transporta a ‘La noche estrellada’, su pintura más icónica, a través de pantallas digitales con fragmentos de esos remolinos estelares que se reflejan por toda la estancia por medio de espejos.
No obstante, el museo neerlandés Kröller-Müller también ha prestado algunas piezas para enmarcar al pintor en su contexto histórico y creativo.
Entre los lienzos que podrán disfrutarse en la capital italiana están ‘En el café’ (1877) de Auguste Renoir, ‘Atiti’ (1892) de Paul Gauguin, o ‘La madrileña’ (1901) de Pablo Picasso.
Todo para conocer en el mismo corazón de Roma a este maestro de las vanguardias, querido y apreciado de forma póstuma pero cuya vida siguió la misma espiral de sus lienzos, marcada por la tragedia y el abandono hasta suicidarse de un disparo con solo 37 años de edad.
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